Mudanza

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     Aquí me tienen... otra vez mudándome; mi vida es un asco, cada cierto tiempo nos mudamos ya que mi quedirisimo hermano hace de las suyas. No tengo amistades gracias a él, a veces me dan ganas de ahorcarlo y luego bailar en su tumba. Papá dice que ésta es la última vez que nos mudáremos, yo no estaría tan segura de eso.

     Doy una ultima mirada a mi habitación ya desocupada, solo con dos cajas en el suelo que son las que faltan para irnos. Mi familia no es nada normal, mi padre es un vampiro y mi madre una bruja, mi hermano descubrió su poder a los 7 años mientras estaba de campamento, él es un vampiro como papá y yo... yo aún no encuentro mi poder... No sé qué soy, tal vez seré una humana común y corriente por el resto de mi vida.

     Me subo al auto para iniciar una "nueva aventura" como dice mi madre, pero la verdad es que todas las aventuras son aburridas...

     Todo el camino me la he pasado con los auriculares puesto y con mi cuaderno de dibujos, no sé porqué, pero me pongo a ver mi cuaderno y noto que desde hace un tiempo solo he dibujado unos ojos... Unos ojos penetrantes que me cautivan, me hipnotizan cada vez que miro el dibujo, cada vez que me los imagino. Claro, nadie sabe esto, es más nadie a visto mis dibujos, nunca. Al sentir que el auto se detiene, miro por la ventana y veo una casota. Bajé del auto e ignorando a todos soy la primera en entrar, observando todo con detenimiento. Dejé que se mataran bajando la mudanza. El espacio era gigante, tenía un aspecto de cabaña pero... ¡wow! ¡Era hermosa! Subí a verificar las habitaciones,  la primera  no me gustó, era muy opaca, ademas de que no me gustaría estar en la habitación que se encuentra rápido que suban las escaleras, la segunda habitación, era la de visitas o así la catalogué, a diferencia de la primera esta era más pequeña y no tenía puerta que indicara baño propio. La tercera, era la matrimoniar la misma era muy opaca, así como la primera. Casi rendida y resignada a que serian todas las habitaciones iguales entre a la ultima que quedaba en el pasillo. La sorpresa que me lleve al abrirla, esa era la perfecta, entraba la luz y tenia un gran espacio, las paredes pintadas de color blanco le daban una perfecta iluminación.  Tenía dos puertas, una mi propio baño y la otra era un enorme armario.

     Me enamore casi a primera vista, bajé corriendo y tomé una de mis cajas para subir, hice lo mismo con las demás hasta que terminé. Empecé a acomodar mi ropa, a lo que subían las cómodas y mi cama junto a otras cosas. Terminé en el armario y tomé mis cosas de baño para acomodarlas. Al finalizar esos dos lugares ya habían traído mi librero y escritorio así que los acomodé como quería. Luego llegó mi cama, muebles y mis cómodas. Las acomodé y miré toda mi habitación con orgullo, como las paredes eran blancas, serian perfectas para dibujarlas, una de las paredes era un ventanal que dejaba ver parte del patio y los árboles del bosque. Vestí mi cama con las corchas moradas y por último acomodé mejor los muebles blancos. Uno iba bajo los pies de la cama, otro cerca del librero y otro en el armario. Era mucho blanco en realidad, así que dejé que mi imaginación corriera sola, tomé un lápiz y comencé a dibujar en la primera pared que vi, al terminar esa pared bajé para comer pero aún no habían arreglado nada así que empecé yo.

     Fui a la sala y acomodé los muebles, el más grande frente a la chimenea y los individuales a las esquinas de forma que en el centro quedaba un espacio para acomodar una mesa de cristal con los elefantes que tanto le gustaba a mi madre.  Una mesita al lado del sofá grande con una lámpara sobre la misma. Coloqué el gran retrato de la familia colgando en la pared de la chimenea y los demás retratos sobre una mesa que acomode en una de las paredes junto a los vasos de cristal donde mi padre y hermano tomaban.  Las bebidas las coloque en esa misma mesa en la gaveta donde nadie las vea a simple vista.  Las plantas que cuido con mucho amor las coloque en las entrada de la casa ya que eran bastante grandes y adentro se veían mal, el resto de figuras las coloque en diferentes lugares de la casa, al terminar con la sala de estar pasé a la cocina. Tomé la caja que tenía las pertenencias de la misma. Debo admitir que la cocina era enorme y también tenía un gran ventanal. Comencé a acomodar los platos, vasos, cubiertos, hoyas, etc. Luego iría al supermercado para comprar comida, mientras acomode las bolsas de sangre que toman mi hermano y padre en la nevera.

     Es increíble que yo, siendo la única humana y normal en esta familia, he hecho más que todos ellos. Fui en busca de los mayores pero estos ya estaban durmiendo, son unos perezosos, mientras yo me mataba ordenando, ellos dormían...  Soltando un suspiro pesado fui a preparar la habitación de huéspedes. Cuando termino con el resto de la casa menos con las habitaciones de los mayores me dirijo a mi habitacion y me acuesto en mi cama.  No sé en que momento me quede dormida pero fue muy relajante, estar aquí me hacia sentir segura y eso... que era yo la que odiaba la idea de mudarnos. 

Enamorada de un LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora