🎤 9. Cuando respiro en tu boca

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(Lucybell)

MAX

 La puerta de la cafetería se abre de golpe y una agitada Álex entra y se sienta en la silla libre frente a mí.

—Llegas tarde —mascullo de mala gana sin mirarla.

—Tú llegaste demasiado temprano.

La observo con una ceja alzada, y me callo para no empezar una pelea a esta hora de la mañana, menos cuando tengo cosas en las que concentrarme.

—¿Qué es esto? —pregunta, mirando el desayuno que he pedido.

—Ya que no aparecías, me tomé la molestia de ordenar por ti. —Hablo sin despegar la vista de la hoja con las partituras que necesito memorizar para la prueba de esta tarde—. De nada.

Su silencio me molesta, despego la vista de las partituras para soltarle alguna estupidez pero mi estómago se sacude al verla observarme, perpleja.

—¿Qué? —cuestiono.

—¿Pediste esto para mí? —susurra, sin entender.

—Estabas atrasada, faltan 15 minutos para entrar a clases y no ibas a alcanzar a... ¿Qué importa por qué lo hice? Come rápido y vámonos.

Una pequeña sonrisa se forma en sus labios. Sigo centrado en mi partitura, pero ahora que está frente a mí, me cuesta más concentrarme.

Esta prueba es importante y no necesito distracciones. Tarareo la melodía que leo mientras marco los tiempos con mis dedos en la mesa simulando un piano.

—¿Qué practicas? —pregunta Álex.

—Piano.

Silencio otra vez. Pasan unos minutos en que retomo mi labor, imaginando las teclas y moviendo mis dedos como si estuviese tocando.

—¿Por qué cuando estás conmigo no sonríes? —interrumpe nuevamente mi pesadilla personal que está sentada al otro lado de la mesa.

Bajo las partituras para mirarla a la cara.

—No lo sé. ¿Tal vez porque no me agrada pasar tiempo contigo?

—Eres un idiota.

Sí. Estoy siendo un idiota, porque después de pasarme la noche en vela por su culpa, llegué a la conclusión que no necesito ser el héroe de nadie. Solo tengo que alejarme y retomar mi vida en el punto justo antes de decidir meterme a una piscina a cometer un error.

Miro la hora. En 10 minutos tengo que llevar a Álex a su facultad y luego ir a la mía, será mejor ponernos en marcha.

Alzo la mano para pedir la cuenta, Álex apenas ha tocado lo que he pedido y mira por la ventana distraída. Está muy diferente a los días anteriores. No parece temerosa ni altanera, solo taciturna.

—¿Vamos? —pregunto sacándola de su ensoñación.

Asiente y se pone de pie tomando su bolso. Recojo las cosas que no se ha comido y me las llevo. No me sobra el dinero y ella se da el lujo de rechazar una invitación. Qué desagradecida.

Caminamos en silencio por la calle antes de entrar a la universidad por el camino que nos lleva a su facultad.

—Sabiendo lo que sabes, no deberías rechazar lo que con tanta gentileza compré para ti —digo, entregándole la bolsa con las cosas del desayuno. Un pote con frutas picadas, una rosquilla y un yogur natural—. Llévatelo.

—No te lo he pedido —murmura en un hilo de voz.

Aun así, lo toma en silencio y lo guarda dentro de su mochila. Seguimos caminando de la misma forma hasta que nos acercamos a su facultad.

[1] En tus manos©Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora