<<Especial - Quinta parte>>

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Las personas son como las raíces de un árbol.

Las raices se enredan, se dividen, algunas son más seguras que otras, algunas nisiquiera logran crecer y se quedan como una diminuta posibilidad. Algunas pueden crecer en cualquier lugar, expandirse en cualquier tierra, dar paso a enormes robles, verdes hojas, sanos frutos y hermosas flores.

Otras pueden ser celosas, antipáticas, débiles, incapaces de crecer en cualquier tierra, capaces de crecer en las peores condiciones y marchitarse en las mejores, extrañando su horrible alrededor.

Algunas pueden crecer pero dar paso a robles débiles con tiempo de vida limitado por las circunstancias de su alrededor, otras pueden ser arrancadas sin compasión y obligadas a morir o aferrarse a lo único que les otorgan.

Y otras pueden crecer aún cuando todo parece señalar lo contrario.

Algunas personas aseguran que hablarle a las flores las ayuda a crecer, mientras que otras afirman que molestarlas y tocarlas puede marchitarlas.

Es gracioso que el amor pueda hacer ambas.

Cuando Zhao Yuxuan tenía dieciséis años logró experimentar ambas. El cariño que sentía por su mejor amigo Hyusook de quince años lo motivaba a lograrlo todo sin importar el costó, increíblemente embelesado en el cabello negro alborotado que caía sobre su frente y la sonrisa rompecorazones que siempre lograba estirar sus labios rojos y perfilar su rostro. Cuando estaba en silencio, su mandíbula se marcaba y los rastros de la pubertad se llevaban las mejillas redondeadas de su niñez.

Para él Hyusook era una obra de arte creada sorprendentemente en un entorno lúgubre y maldito. Sin embargo, después de traer cantidades de dinero a cambio de algunos besos, toques y barreras rotas en camas de seda roja que más parecían el infierno que aún lo perseguía en sus pesadillas y lo hacía querer esconderse en la oscuridad y realidad más inhóspita, descubrió que el amor podía llevarse todos sus sueños y quebrarlo como si no fuera más que una diminuta raíz.

Jiyu era una chica estupenda. A pesar de los lingotes en su apellido, era simpática, divertida y carismática. Su cabello siempre parecía chocolate con rayos de miel, era abundante y ondulado, casi esponjoso. Tenía unas pestañas largas y oscuras que resaltaban en su rostro de leche. Sin embargo, jamás espero que su bonita carita hechizara a su amor y se lo llevará, apartandolo de su lado.

Bueno, lo entendía sin embargo, ¿Como podía gustarle él? Al lado de la ternura y tranquilidad que emanaba Jiyu con aromas suaves, Yuxuan siempre daba la imagen contraria. Su cabello negro nunca tenía control en esos días, siempre le decían que su mirada era demasiado penetrante y malvada aún cuando él no tenía la intensión de expresar aquello, sus cejas pobladas lo hacían parecer enojado y su carácter era explosivo. Además de eso, la cicatriz que tenia en su rostro hecha por su padre alcohólico cruzaba en diagonal desde su ceja izquierda hasta su mejilla derecha y eso le provocaba miedo a quienes lo rodeaban. Siempre le habían dicho que su voz no podía calmar, era demasiado grave y ronca, llena de rabia.

Pero... Los ojos que todos temían esa noche se llenaron de lágrimas. Lloró un largo tiempo hasta regresar con la madam, y fue ahí que terminó administrando las finanzas y a cambio ella le pagaba una suma de dinero bastante satisfactoria hasta que reunió lo suficiente para poder iniciar su propio negocio.

Si hubiera estado acompañado, su viejo yo sensible y lleno de vida escondido en un cuerpo rudo habria querido seguir los pasos legales, incluso pensó que podría buscar a Hyusook.

No.

Algunas personas encuentran confort en la oscuridad y el ambiente lúgubre que les dio cobijo, sintiendo demasiado brillante el sol y la luz como para poder esconderse.

Besos Bruscos - [Namjin] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora