22

4.5K 941 463
                                    

Iris llegó al edificio donde se grababan los programas de chismes y entrevistas. Era un edificio que, por fuera, parecía muy anodino, nadie sospecharía que dentro había todo un caos de cables y cámaras, sets y periodistas, maquillistas, y gente yendo de un lado a otro.

A pesar de ser sábado en la mañana, había mucha actividad, e Iris recordó que así era el mundo de la televisión: no se respetaban los descansos, y en fin de semana, era cuando más trabajo había.

—Aquí estás, Iris Fritzcher —dijo una mujer algo baja y rellenita, con el cabello corto bastante descuidado, vestida más para estar en casa que para ir al trabajo, mirándola de arriba abajo—. Yo soy Pamela White, la directora de Chisme y café, el programa por el que has venido. Ven conmigo—. Iris la siguió, apenas con tiempo de responder el saludo de Pamela—. Es un trabajo serio, a pesar de que son chismes, y aquí nos tomamos con responsabilidad cada noticia.

—Claro —Pamela la miró de reojo.

—Me refiero a que no espero que nos menosprecies. Ya sé que antes estuviste en un programa que entrevistaba senadores y diputados, y no quiero que pienses que esto es menos.

—No lo pienso. No estoy menospreciando...

—Pues así está mejor —la interrumpió Pamela con tono cortante, y a continuación le informó cuánto era la paga, lo que dejó a Iris fría. Sólo era un poco más de la mitad de lo que ganaba actualmente—. Es lo mismo que le pagamos a nuestra actual presentadora —siguió Pamela—. Solo que ella se va porque muy estúpidamente quedó embarazada. Oh, espero que no sea necesario aclarar ese punto. Nada de embarazos mientras trabajes con nosotros —Iris sabía que esta exigencia era normal en muchos programas de televisión, pero no le agradó la manera en que se la hacían esta vez. Sin embargo, guardó silencio y siguió escuchando la lista de sus obligaciones. Estas eran muchas y bastante grandes; entre otras cosas, esperaban que estuviera allí de lunes a domingo, consiguiendo ella misma las noticias, convenciendo a los invitados para asistir y coordinar todo lo referente a su atención. No era solo un trabajo de presentadora, pues también debía conseguir las pautas publicitarias.

Ella misma conseguiría su vestuario; el programa le colaboraría con el maquillista, no el maquillaje. Se le ofrecía un mes de prueba, luego de lo cual, y dependiendo del rating y la aceptación del público, sería contratada por seis meses más.

—Dime ya si te sirve o no —la apuró Pamela—. Hay un sinfín de niñas mucho más jovencitas que tú, con la cara más fresca, deseando esta oportunidad.

—¿Por qué me llamaste? —preguntó Iris torciendo un poco el gesto—. Es obvio que no me quieres aquí—. Pamela la miró ceñuda.

—¿Qué quieres decir? ¿Crees acaso que tengo mucho tiempo libre como para hacer entrevistas a lo loco?

—Sí, eso creo. Todo lo que me propones es una absoluta falta de respeto.

—Ah, esperaba ver esto. Sales de la cárcel, con todo tu historial manchado, y aun así te subes a un pedestal y empiezas a exigir.

—Es curioso que digas eso, porque no te he hecho la primera exigencia; sólo no estoy de acuerdo con lo que ofreces, y tu tono me dice que no hay espacio para negociar—. Pamela hizo rodar sus ojos.

—Lo tomas, o lo dejas —especificó. Iris apretó sus labios.

—Ya veo. No soy una principiante, y mi presencia es lo suficientemente polémica y atractiva como para asegurar el rating de cualquier programa, así que me ofreces condiciones tan deplorables sólo para humillarme, o espantarme. No estoy dispuesta a que me humilles, lo que garantiza desde ya un muy mal ambiente de trabajo para las dos, entonces, ¿por qué haces esto? —Pamela torció el gesto.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 20, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

El mundo en tus besosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora