Cap 9: ¿Y si quiero volver a sentir?

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No me siento bien. Me siento de la verga.

Y a veces olvido que no soy el único que se siente así.

Pensar en eso, de alguna forma me consuela. Me hace sentir acompañado en mi dolor.

Pero... A veces, necesito que alguien me hable más fuerte que mis pensamientos.

Finales de enero del año 2135.

La tierra: Sentado me puse a pensar, los árboles tenemos que cuidar~

Estado: intentando quitarme ese virus de la cabeza. Culpo a Hoseok por ello.

El pelinegro apenas podía abrir los ojos cuando llegó a la sala de control.

Se arropaba con su abrigo como si fuera una manta para dormir.

Bostezó—Buenos días mayor...—Volvió a bostezar.

—Tardes Jeon... Tardes.

Sus ojos parpadeaban uno primero que el otro tras la enorme pereza.

Arrastró las palabras—Aha si... Luego me pongo la camilla de cepillo...

—¿Eh?—El mayor frunció el ceño.

Namjoon entró a la sala con un vaso de café que rápidamente le entregó al pelinegro.

Lo recibió—Gracias cariño, tu siempre piensas en mi.—Le mando un beso estirando sus labios.

Nam unió cejas, pero decidió dejarlo pasar, alejándose sin decir nada.

—Jeon, necesito que traigas tu mente a tierra.

Muji llevó su mano hacia él, levantando su dedo índice, indicándole que esperara un momento mientras le daba un gran sorbo a su café prefabricado.

Bajó la taza—Dime que pa- Uy...—Aclaró la garganta puesto que su voz salió en un tono mucho más agudo—Pasó...

El mayor Bae Bangam, fue asignado para reemplazar a Jeon cuando estuviera indispuesto. Eso lo enfurecía, puesto que Bangam era el ingeniero a cargo hasta que ascendieron al pelinegro, despojándolo de su puesto y dejándolo como un simple suplente.

Aunque Jeon nunca dejó de llamarlo mayor.

Bangam era igual a otro comandante cascarrabias, rara vez podías verlo sonriendo, y siempre utilizaba su gorro militar junto con el atuendo.

Y sin olvidar su físico ligeramente pasado de peso. Como un típico profesor de educación física. Talvez era calvo pero ¿Cómo saberlo? Nunca se quita esa gorra.

—Hemos recibido señales de vida dentro de los conductos de aire.—Hablaba con las manos detrás de la espalda.

El pelinegro estaba concentrado en remover su café para que no perdiera el sabor.

—Y... Hemos descubierto que podría estar... En... En tu casa... ¿Me estás escuchando Jeon?

Levantó la mirada—¿Mm?

El posible calvo estaba a punto de perder la paciencia.

Desde un principio estuvo en desacuerdo sobre darle el mando de la sala de monitoreo a un hombre con TDAH.

Hasta Soñar CuestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora