Al fin, después de tanto caos, Mo y He tian han logrado encontrar un poco de paz en sus vidas.
Los besos, los abrazos y las caricias se hacen presentes en sus vidas, endulzando sus corazones con un adictivo néctar.
¿Quién diría que el odioso y tempe...
Lo había estado pensando desde hace un tiempo, aún más desde que vio desde la ventana de su salón como una chica se le confesaba en el patio a ojos de todos los chismosos sus sentimientos a Mo. Sabía que él no le correspondería, pero si llegaba a hacerlo, no podría refutarle nada puesto que solo eran... Amigos. Amigos que se besaban, se acariciaban y se dedicaban dulces palabras al calor de una chimenea artificial.
Y ahora que lo tenía entre sus brazos durmiendo tan plácido, podía sentir las palabras muriéndose por salir. Una etiqueta cambiaba nada y al mismo tiempo todo.
Pero nuevamente las inseguridades salían a flote, impidiéndole decir cualquier cosa al respecto. Al fin y al cabo, había muchas razones por las cuales Mo podría abandonarlo...
Probablemente Guanshan era la persona por la que más se había esforzado en toda su vida y no se arrepentía, aún si este se alejaba de su lado, jamás lo haría, estaría contento con saber que alguna vez lo tuvo así, compartiendo la calidez de un abrazo.
Lo sintió removerse, estaba despertando. He Tian tenía su espalda apoyada contra un almohadón y ambos estaban sentados casi acostados sobre la cama.
—Tian... —Dios, juraba que nunca se cansaría de escucharlo decir su nombre. Le respondió con un pequeño sonido para que continuara —¿Qué hora es? —el azabache levantó su mano para poder ver la hora en su reloj, marcando este las "7:45pm". Luego de avisarle, Mo volvió a hablar —Deberíamos cenar...
Tian estuvo de acuerdo y ambos se levantaron de la cama para dirigirse a la cocina. Al llegar, el pelirrojo comenzó a estirarse y bostezar, provocando dulces risas en el más alto, quien había tomado asiento en la mesa detrás de él para así poder observarlo.
—¿Qué quieres comer? —preguntó el más bajo dándose la vuelta.
—Sabes que me gusta todo lo que cocinas —y ahí estaba otra vez ese color que tanto adoraba adueñándose de las mejillas de su lindo, lindo chico.
Al final -y como aún tenía mucha pereza- decidió preparar unos fideos con salsa arrabiata. Después de meter todo en la sartén, mezclar todo y mientras esperaba a que el agua calentara, camino hacia atrás y se apoyó en la mesa, suspirando.
¿Sería este el mejor momento?
—Mozi.
—Tian.
Se miraron y He sonrió. Sin saberlo, ambos habían pensado en lo mismo.
—Tu primero —le dijo el azabache acercándose a él y apoyándose también en la mesa.
—Quería saber... —carraspeó, intentando animarse por dentro para soltar esas palabras que hace tanto estaban dando vueltas en su cabeza —¿Qué somos nosotros? Porque estoy seguro de que los amigos no hacen las cosas que nosotros hacemos...
He se sorprendió al escucharlo, no esperaba que le preguntara eso, pero le alegraba saber que no era el único con esa inquietud. Sonriendo acercó su mano a la ajena para entrelazarlas.
—Pene de pollo... Di algo, no solo me quedes mirando —se quejó a lo que acto seguido Tian carcajeó divertido por la situación, es verdad, se le había quedado mirando como un bobo, otra vez.
—Perdón, perdón... —le besó en la mejilla —No lo sé, ¿a tí qué te gustaría que fueramos? —inclinó la cabeza hacia adelante, formando esa expresión tan característica de él, donde sonreía y entrecerraba los ojos —A mí la verdad me gustaría poder llamarte amor y decir que somos novios.
Los ojitos de Shan parecieron brillar como dos lindas estrellas. Y algo mágico sucedió, Mo le regaló la sonrisa más hermosa que alguna vez había visto. Ni siquiera era muy grande, ni mostraba los dientes, pero transmitía tantas cosas lindas que hasta juraba que podría ponerse a llorar.
—A mí también me gustaría —su sonrisa no se borró.
—Entonces, Mo GuanShan, ¿te gustaría ser mi novio? Perdón por no preparar algo romántico —el más bajó rió negando, luego lo miró a los ojos y musitó un suave "sí". A continuación, sellaron aquella propuesta con un beso, un beso que era igual a los demás, pero que se sentía tan diferente.
Y desde esa noche, ambos pueden decir "somos novios".
—¡Se me quema la salsa! —se separó alarmado Mo al recordar que aún debía terminar la cena, rezando porque aún sea comestible.
—Momo... Me cortaste el beso —puchereaba su novio mientas renegaba con la comida.
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