No entendía como había logrado estar en esa situación, sentada sobre el regazo de la temida sombra de Haddonfield, el corpulento y musculoso hombre la mantenía aprisionada entre sus fuertes brazos, con su rostro enterrado en la curvatura de su cuello, ambos estaban en una de las esquinas de aquella habitación, manteniéndose lo bastante alejados de la puerta, si alguien entraba no serían vistos de inmediato
Aún les faltaban unos veinte minutos antes de que los guardias lo fueran a buscar para volver a sus respectivas habitaciones.
–Uhm...¿Michael? – murmuró removiéndose sobre su regazo, su cuerpo tensándose, sorprendiéndose de sobre manera al sentir un endurecido bulto presionando contra su trasero – ¿Tienes un pincel en tu bolsillo?
Los pacientes tenían prohibidos todo acceso a tecnología, por lo que, no podía ser un celular
Una tercera pierna, ¿quizás?
Un gruñido fue todo lo que recibió como respuesta, su agarre se volvió más firme, manteniéndola inmóvil en su lugar.
–Quieta
Bueno, nunca se cansaría de escuchar su voz, es tan sexy.
Su voz rasposa y masculina logró descolocarla nuevamente, frotó sus muslos de forma inconsciente, sintiendo una leve punzada en su intimidad, signo de que comenzaba a excitarse.
Carajo, ¿Cómo podía excitarse tan solo con escuchar su voz?
–No falta mucho para que vengan los guardias... – le dijo con suavidad, en un intento por hacerlo entrar en razón, quizás si le decía aquello lograría que Myers la soltara
–Loomis vendrá en cualquier momento – volvió a decir, soltando un suspiro, tirando de un mechón de su cabello
Sin embargo, Michael no se movió, siguió olfateando su cuello, deleitándose con el suave aroma a fresas silvestres que la chica poseía, sus grandes manos se mantenían firmes sobre la silueta de la bella chica.
Le gustaba tenerla cerca, le brindaba una paz que jamás sintió con nadie. No quería dejar de sentirse así.
Soltó un bufido fastidiado al escuchar pasos aproximándose a la habitación, su tiempo se había acabado.
A regañadientes la dejó ir, viendo como la chica se levantaba de su regazo, alisando su largo cabello con sus dedos
–Eres raro
Michael emitió un pequeño gruñido, observándola expectante
–Pero me gustas – le sonríe, volteándose para volver a su esquina justo en el instante en que la puerta se abrió, dando paso al doctor Loomis y cuatro guardias
–Es hora de volver a sus habitaciones – Loomis los observó con curiosidad, Kalina sonreía animada y Michael se encontraba extrañamente calmado
–Genial, quiero dormir – Kalina camina hacía uno de los guardias, extendiendo sus manos, uno de ellos coloca unas esposas sobre sus muñecas
Los otros tres guardias se acercan a Michael, colocándole las esposas en sus muñecas y tobillos.
Los llevaron a sus respectivos cuartos, encerrándolos para luego retirarse, el doctor Loomis se acercó, asomándose por las pequeñas ventanillas que habían en las puertas
–Vendré dentro de unos minutos a darles sus medicamentos – anuncia dando un vistazo a su carpeta
–Y me aseguraré de que los ingieran – añade, dando una mirada penetrante a la chica quien blanquea sus ojos con molestia

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Enfermizo amor -Michael Myers-
FantasyEl día a día de Kalina D'Angelo en el psiquiátrico Smith's Grove. ¡Ven y conoce a los pacientes del pasillo más problemático!