- No me desate. Cierre los ojos e imagine qué le gustaría hacerme. Estoy a su merced.
-Doctor Lecter...
- Llámame Hannibal, de tú a tú. Es lo mínimo que nos debemos dadas las circunstancias.Ambos hombres se sonríen, Will más abiertamente que ninguno. ¿Qué le gustaría hacerle a Hannibal? Lo sabe perfectamente, lo ha soñado tantas veces que de memoria ha aprendido cada movimiento.
- Sé lo que quiero de ti - dice Will.
Bruscamente baja los bóxers de Hannibal descubriendo, con satisfacción, que el doctor está deseoso de ser tomado.
- Y veo perfectamente lo que quieres tú - añade.
Hannibal deja escapar un ruido gutural, nacido en sus entrañas, incapaz de moverse como está. Will acerca su cara al cuello de Hannibal y le huele como tantas veces sabe ha hecho él cuando cree que no se da cuenta. Huele a roble, metálico como la sangre; pero por encima del resto, huele a deseo. Deja su rostro en el cuello del doctor y lo besa lentamente, inclinando Hannibal la cabeza para darle mejor acceso.
- Hueles a excitación. A peligro. ¿Debería marcharme y dejarte así de necesitado?
- Hazlo y nadie encontrará jamás tu cadáver. Aceptaste jugar desde que pusiste un pie aquí, ahora asume la responsabilidad de tu decisión, Will.Will responde acariciando su espalda, primero lentamente, acercando el cuerpo al suyo. Es casi como un abrazo. Hannibal aprovecha la cercanía para besar las zonas accesibles de Will: cara, cuello, hombro vestido. No puede hacer mucho más y se está empezando a desesperar.
Will da media vuelta y se coloca detrás de él. Besa sus omoplatos, abraza su pecho desde atrás y roza el miembro de Hannibal con la yema de sus dedos.- Quiero verte mientras me doblego a tu voluntad. Vuelve aquí.
Will regresa frente a él y toma su p~ne con la mano. Un ligero toque y Hannibal tiembla como un principiante. Siendo sinceros, en cuanto a hombres se refiere, lo es. Ha estado con mujeres por conveniencia, por apariencia social; más jamás con nadie de su mismo sexo. Algo que no piensa decir a Will, por lo menos no hoy, pues está deseoso de descubrir hasta donde es capaz de llegar su paciente.
- Vamos... Will.. te estás controlando. No lo hagas, te quiero siendo completamente tú.
Esas palabras hacen clic en la mente de Will. Lo disocian del momento y lugar en el que está. Se desnuda en menos de lo que se tarda en respirar dos veces. Dejando a la vista un cuerpo Delgado pero fibroso, joven, con el que Hannibal se ha m~sturbado imaginándolo en tantas ocasiones. La p~lla de Will tiene vida propia, buscando un lugar cálido donde poder entrar.
Está en éxtasis, concentrado, su mente fija en conseguir el mayor placer posible de Hannibal. Will se m~sturba delante de Hannibal. Tener ese poder en sus manos es algo tan maravilloso que Will pierde el control: vuelve detrás de Hannibal. No piensa, actúa por deseo.- Will, delante.
- Cállate. Eres mío para hacer lo que quiera. Tú te has ofrecido y yo he aceptado. Y lo que quiero es esto.Will se moja un dedo con la boca y lo introduce dentro de Hannibal, que grita. No sabía que iba a doler así. Lo mueve en su interior provocando más gritos que enseguida se convierten jadeos. Un segundo dedo, un tercero a los pocos segundos.
Hannibal jamás pensó que se dejaría tratar así, como un mero objeto s~xual. Que tener s~xo con otro hombre iba a ser increíble, mucho mejor del que ha tenido hasta ahora con cualquier mujer. Y que ese hombre sería Will, descubriendo una faceta tan violenta de su parte que le encanta.- Will, escucha.
Will sigue f~llandolo con sus dedos, ahora a su vez m~sturbándose él mismo. Apunto de llegar al éxtasis, para.
- Cuchillo.
- ¿Qué?
- Un cuchillo. Dónde.
- Ahí delante. Sobre la mesa.Will lo coge y se acerca a Hannibal con una expresión indescifrable. Ni siquiera se encuentra allí, es como si estuviera en otro lugar. Pasa el cuchillo por el pecho de Hannibal, está frío. Lo baja hasta el miembro duro, se detiene y le mira.
- ¿Y si te lo corto?
Hannibal sonríe. Will lo mira intrigado. Corta las cuerdas de Hannibal que cae al suelo, sus rodillas no soportan su peso tras tanto tiempo de pie atado.
Will toma del bolsillo de su chaqueta un bote pequeño de lubricante. Hannibal podría intentar zafarse, apartarse e incluso ser él quién tomara las riendas de este encuentro. Pero no piensa hacer nada, Will se está mostrando más ahora que en todo el conjunto de sesiones hasta entonces.Se echa una cantidad en sus manos y lo distribuye por todo su p~ne. Chico previsor, ¿llevará siempre el bote? piensa Hannibal. A él no se le había ocurrido.
- De rodillas, Hannibal.
Una orden que una parte de su mente se niega a obedecer. Él no acata órdenes, las da.
- He dicho de rodillas. Ofrécete.
Empuja a Hannibal sobre el suelo, sus brazos apoyados en él mientras separa con sus piernas los muslos.
Y entra. Sin preámbulo, sin cuidado. Sin nada que se parezca a esa empatía que le caracteriza. Hannibal intenta agarrarse a un suelo que nada tiene para que lo haga. Grita en cada embestida y, si le preguntas, negará que alguna que otra lágrima recorre su rostro. Will jamás sabrá que su primera vez ha sido así. Tan... tan sucio, tan animal.
Cuando Will se desploma sobre la espalda de Hannibal ha llegado al ~rgasmo con tanta rabia que, de repente, despierta. Parpadea y mira a su alrededor totalmente desubicado. Debajo de él está Hannibal, restos de las cuerdas en sus muñecas, sangre que cae por sus muslos. Tiene la espalda roja, está ardiendo.
- Hann... ¿qué he hecho?
Se retira con lágrimas en sus ojos, coge el montón de ropa del suelo y sale corriendo. Jamás podrá perdonarse esto, se siente como si hubiera v~olado a Hannibal. Se siente asqueroso, sucio. No volverá a la consulta.
- ¿Will?
Hannibal se incorpora, está solo. Si Will se hubiera quedado habría sabido que a pesar de todo había disfrutado. Habría descubierto que así es exactamente cómo quería verlo Hannibal, siendo puramente él. Y habría escuchado cómo ansiaba ese encuentro.
Ahora...
Actúa. Coge su ropa, se viste, toma las llaves de su coche y conduce hacia casa de Will. Teme por él, sabe perfectamente lo que está rondando la cabeza del joven. Y no va a permitir que ese sea el final de lo que Hannibal espera sea el comienzo, el prólogo, de una historia conjunta.
Acelera.

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La Sorpresa
FanfictionAlana y Hannibal quieren invitar a Will para que se una a ellos en la cama. Pero las cosas nunca salen como uno se lo plantea