El aire en el palacio de Jerez era solemne. Las luces doradas que envolvían los dedos de Jerez y Goku comenzaron a desvanecerse lentamente, dejando en su lugar un anillo que aún no se materializaba por completo. La ceremonia había concluido... oficialmente eran marido y mujer.
Jerez observó con orgullo la mirada del Saiyajin: hechizada, perdida en ella. El beso de sangre y las palabras susurradas en su oído habían hecho su efecto. Pero una pequeña inquietud ardía en el fondo de su mente. ¿Cuánto de ese amor era real? ¿Cuánto era simplemente el resultado de la poción?
No importaba. Lo importante era que, a partir de ese momento, Goku le pertenecía.
—Seremos invencibles, mon amour —susurró Jerez, deslizando sus dedos por el pecho de su esposo.
El Gran Sacerdote los observaba con una sonrisa neutral, como si su intervención hubiera sido meramente protocolaria.
—Es su momento, disfruten de su primera noche como esposos —declaró antes de girarse hacia Sour—. Ven, llevemos al pequeño Goten con Zen O Sama.
—¡Nos vemos mañana, mami, papi! —dijo Goten con una gran sonrisa, completamente ajeno a la influencia que pesaba sobre su padre.
Tan pronto como Daishinkan desapareció junto a Goten y Sour, el palacio quedó sumido en un silencio extraño. No incómodo, pero sí denso, cargado de algo que flotaba entre ellos. Goku bajó la mirada a sus manos, aún sintiendo el leve cosquilleo de la magia del lazo sagrado. Su pecho se expandió al inhalar profundo, y cuando alzó la vista, se encontró con la mirada de Jerez, quien lo observaba con un brillo indescriptible en los ojos.
—Ahora sí estamos solos... —murmuró la diosa, deslizándose lentamente hacia él.
Goku la contempló en silencio. Había algo distinto en la forma en que la veía. Su mente estaba nublada, como si un hilo invisible lo jalara hacia ella con más fuerza de la que nunca había sentido. Solo podía pensar en ella. En sus labios, en su piel, en la sensación de tenerla cerca.
—Mon amour... —Jerez acarició la mejilla del saiyajin con suavidad, dejando que sus dedos delinearan su mandíbula con una ternura inusual en ella—. ¿En qué piensas?
Goku tardó en responder. Sus manos se alzaron instintivamente hacia su cintura, atrayéndola con más confianza de la que jamás había tenido con ninguna mujer. Su voz salió en un susurro ronco, lleno de una emoción que apenas comprendía.
—En ti.
Jerez sonrió.
—Eso es justo lo que quiero.
El saiyajin tragó saliva, sintiendo su pulso acelerarse cuando la diosa entrelazó sus manos con las suyas y lo guió con calma hacia la recámara que ahora compartirían. Cada paso que daban parecía hacer que el aire se volviera más espeso, cargado de una electricidad imposible de ignorar.
Cuando cruzaron la puerta, Goku se detuvo. Observó la habitación con detenimiento, como si estuviera tratando de memorizar cada detalle. Todo en ese espacio gritaba poder y elegancia, pero en ese momento, nada le importaba más que la mujer que estaba frente a él.
Jerez se volvió hacia él, su expresión mezclando diversión y deseo.
—Pareces nervioso, mon amour.
Goku la miró fijamente.
—No es nervios... Es que... —Hizo una pausa, buscando las palabras adecuadas—. Nunca me había sentido así.
Jerez inclinó la cabeza, analizándolo con curiosidad.
—¿Así cómo?
Goku la atrajo hacia él, pegándola contra su cuerpo con una facilidad que le arrancó un jadeo suave. Su aliento chocó contra la piel de su oído cuando le respondió:

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Esclavo de una diosa: Goku x Jerez (Yandere)
FanfictionUn capricho, un deseo, un anhelo... "Ordeno traer a Son Goku." Esas palabras fueron el inicio del caos. Un matrimonio roto, un conflicto que amenaza dos universos, y un guerrero atrapado entre la lealtad y la obsesión. Goku deberá elegir de qué lado...