-"Capitulo XXXVII"-

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"Va a llover hasta que te ahoges"

|Narrador Omnicente|

Habían estado paseando por las bonitas calles, mirando tiendas y comprando algunos artículos, en esos momentos Quackity trataba de no fijarse mucho en los precios y si lo hacia, no decir nada sobre ello, aunque le era algo difícil; pues estaba viendo como la gente a su alrededor compraba relojes de cinco mil euros como caramelos.

El azabache había comprado bastante ropa, se sentía como una oveja negra, todos usando ropa de marca y el con su ropita de segunda mano más vieja que su abuela.

Pero todas sus preocupaciones parecían irse cuando veía a su novio, quería creer que toda las cosas que hacía, todas las mentiras; valían la pena, necesitaba reafirmarse lo a si mismo constantemente.

Pues era lo único que le quedaba, el era su todo y era capaz de hacer sus viles mentiras una realidad solo pare estar con el.

Ya había tirado mucho a la basura como para perderlo solo por qué no daba "la talla" en ese mundito de chicos fresones.

Hace un ratito habían visto un mini restaurante de comida Mexicana, cosa que le había echo bastante ilusión al oji carbón debido a que era un gran fan de la gastronomía de su país natal, y le hacía ilusión volver a probar algún platillo; también deseaba que Luzu los probara.

Había pedido tres comidas: Mole, chiles en nogada y chilaquiles.

-Quacks esto se ve...delicioso pero no tengo hambre, come tú-Se Excuso nervios.

No era por despreciar la comida porque en general, no importaba que comida fuera últimamente no tenía apetito de nada y todas las comidas le parecían repugnantes.

Pero eso no es lo que veía el Latino, el sentía que el oji rubí le despreciaba la comida porque no era lo suficientemente "fina" como para que el la comiera.

-¿Nisquiera una probadita?, ¡porfavor mi vida!-Le pidió casi rogando, juntando sus manos en modo de suplica.

-Sabes que si me pones esa carita no me puedo negar, bueno solo una probadita-Accedió fácilmente.

Ciertamente el castaño no pudo degustar ninguna de las comidas, no importaba que tan rica fuera; este solo podia pensar en la culpa que sentiría luego de comer, sentía aquel vigor en la panza que le daba ganas de vomitar.

-Mmmh...si es-están muy ricas-Tomo un sorbo de la gaseosa- ¿Me permites un momento, voy baño?, no tardo.

Nisquiera le dio el tiempo de responder le y salió pitando para los baños, una vez allí se fue hasta el último cubículo, se arrodilló a la altura del retrete, se provoco el vomito, tosió repetidamente y sus ojos empezaron a lagrimear.
La obsesión por evitar ingerir cualquier tipo de alimento, el miedo por ganar peso, la distorsión de su imagen corporal ante el espejo, no lo soportaba.

"¡Hey, Chico Fresa!" |Luckity Au|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora