Nunca debí caer por él.
Sin embargo, tampoco detuve mi descenso.
Nada logró apaciguar las maliciosas llamas de deseo que se prendieron dentro de mí.
No su frialdad.
No su silencio.
No sus advertencias.
No las consecuencias.
Y mucho menos la diferenc...
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ALEKSANDER.
El mal humor que estaba sintiendo era real y no podía controlarlo, mientras conducía bajo la lluvia del mes de septiembre.
Todo alrededor pasaba demasiado rápido para mí y apreté el volante con fuerza, repitiéndome una y otra vez que debía mantenerme estoico y no sucumbir ante lo que estaba sintiendo
—Te ves de mal humor —me dijo de repente Anthony, quien iba sentado en la silla del copiloto—. ¿Pasó algo que te hizo molestar?
No le respondí, giré a la derecha y después a la izquierda, justo antes de detenerme en un semáforo.
—Eso es raro, teniendo en cuenta de que casi nunca te enojas y... ¿Qué pasó? Quizás pueda ayudarte.
Era un irrespetuoso que jamás tenía fin. Lo conocía como mi propia palma de la mano y sabía que solo estaba buscando la manera de hacerme explotar y, definitivamente, lo logró cuando sacó otro cigarrillo de su bolsillo y lo encendió dentro de mi camioneta.
—Apaga eso, Anthony.
—Quizas estás enojado porque me viste hablando con tu alumna, ¿cómo era que se llamaba...? —se rió—. ¿Francheska?
Lo ignoré.
—¿No es demasiado joven para ti? —prosiguió y dio otra calada—. Siendo sincero, está más cercana a mi edad que de la tuya. Quizás deberías dar un paso atrás y...
Eso fue suficiente para mí, dejando correr la clase de ira que solo existía dentro de mí. Alejé una de las manos del volante, me giré hacia él y con rudeza le arranqué el cigarrillo de entre los labios, antes de bajar la ventanilla y tirarlo por esta, directo a la lluvia.
—No es no —le espeté—. Obedece cuando te hablo y no me hagas repetirte las cosas. Sabes perfectamente que lo detesto.
La tensión nos rodeó a ambos.
—Necesitas comenzar a ser responsable —añadí.
Una risa amarga salió de él y no me sorprendí, después de todo, mi relación con Anthony jamás había sido la más estrecha, de hecho, había comenzado a verlo seguido o hacerme responsable de él, desde hacia tres años después de que... Alec hizo lo que hizo.
—¿Tú hablándome de ser responsable? —sentí sus ojos negros en mí—. Por favor, no me hagas reír —soltó—. No eres ejemplo de nada y mucho menos de responsabilidad, después de todo, estás arriesgando tu compromiso solo por estarte cogiendo a una alumna.
Detuve el auto de repente y debido a la lluvia, las llantas raparon contra el pavimento.
—No me digas que debo ser responsable. No cuando es obvio que no te importa nada, más que estar con esa...
—No lo termines —fue todo lo que dije y me obligué a mirarlo a los ojos—. No termines, ni llegues a ese insulto, Anthony. Porque...
—¿Por qué? —enarcó una ceja—. ¿Vas a atacarme si me continuó metiendo con tu puta? —apreté los dientes—. Es encantador como siempre estás pendiente de ella para defenderla, nunca te vi tan amable con nada, ni nadie. Lo que logra la belleza y otras cosas, ¿no?