—Y... a Lola la conocí en el barrio, allá en río cuarto. Los dos teníamos diez años recién cumplidos. Me acuerdo que me metí a un club porque quería ir a algo más profesional, ¿viste? La primera vez que entre ahí la vi jugar y me sorprendió que una chica sea la que dominara la cancha—rió —recuerdo muy bien nuestro primer encuentro.
febrero de 1990
—¿Y vos quien sos, pibe?-Lola, con la pelota en la mano, miró al chico nuevo. —¿Vas a hablar?
—Si... si. Soy Pablo
—Ah, sos nuevito. Mira pibe, si me ganas en un partido ahora, antes de que llegue el entrenador, sos titular directo en el campeonato de acá a un mes. Si no, sos mi mascota hasta el campeonato ¿Que decís?
Pablo no entendía nada. Su papá lo anotó en ese club porque el dueño era un amigo del laburo de él. ¿Quien se cree esta tarada? Pensó. Pero tenía confianza, y no le gustaba la arrogancia que manejaba la chica.
—¿Y vos quien sos para decidir si juego o no? —Le dijo Pablo con una mirada fulminante.
—La hija del dueño.
A Pablo no le quedó otra que aceptar.
—Cagaste pibe— Le dijo uno de los chicos de ahí.
Pablo ni se pudo presentar que ya estaba compitiendo por su dignidad, con apenas diez años. No sé iba a dejar vencer.—¡Te gané, pibe! —Dijo Lola, sonriendo. Pablo se quería morir.
Primer partido jugando en su club nuevo y quedaba en ridículo y, para colmo, frente a una nena.
—Pero voy a admitir algo y es que fue difícil. Por un gol casi me ganas, te salvaste de ser mi mascotita. Veni, seguime.El hizo caso y camino detrás de la chica. Juntos entraron a un vestuario, pararon frente un ropero.
—¿Que talle de ropa sos? -Pablo no pudo ni abrir la boca que ella lo interrumpió. —Sos medio chiquito, y tenes mi altura. Seguro sos un 10 como yo.
Busco dentro del armario y le dio un uniforme.
—Bienvenido al club, Pablito.El horario de entrenamiento había terminado. Los chicos se iba a sus casas, algunos caminando y otros en auto con sus padres. En el caso de Lola y Pablo, les tocaba caminar. Los dos vivían cerca del club y aún era de dia, por lo que no era peligroso que dos niños caminaran solos hasta su casa. Casualmente, iban por la misma dirección.
—Deja de seguirme, chico nuevo— Le dijo Lola al sentir como Pablo iba tras ella.
—No te estoy siguiendo, vivo por acá—Dijo un poco molesto.
—¿Sos nuevo en el barrio?
—No, nací acá.
—Jodeme, nunca te vi por acá—Dijo la chica—Che, jugas bastante bien, ¿por qué nunca viniste antes a este club?
—Mi papá me entrenaba, pero me dijo que era hora de buscar algo más profesional porque tenía "potencial", una cosa así.
—Tiene razón tu viejo, jugar con vos fue re difícil, y mira que soy la mejor del club-Lola sonrio con orgullo mientras seguían caminando—¿Como es tu apellido, Pablo?
—Aimar, vos no me dijiste ni tu nombre.
—Tenes razón, me llamo Lola García. Mis amigos me dicen Azul, porque es mi segundo nombre, y como que Lola no queda también según ellos.
—Nunca escuche a nadie más llamarse así. Tenes un lindo nombre —Pablo sonrió.
—Bueno, si querés podes decirme Lola. Pero en la cancha decime García. Como a los jugadores profesionales que se llaman por sus apellidos.
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1990 | Pablo Aimar
FanfictionPablo y Lola tenían un sueño en común: dominar todos los estadios del país. Pablo, como uno de los mejores futbolistas de su generación. Lola, como la próxima cantante de rock nacional más importante de Argentina. De Río Cuarto a Capital Fede...