Capítulo 1

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Roma, Italia.

—¿Min Yoongi?

El joven levantó la mirada, cubierto por un sombrero de ala ancha color negro. Llevaba también una gabardina casi a las rodillas, del mismo color, cubierto de botones, unos botines elegantes, un reloj de oro y un paraguas para cubrirse de la lluvia cuando saliera.

—Es correcto. —asintió.

—Acompáñeme, por favor. —pidió amablemente la señorita frente a él.

Yoongi asintió y se levantó del sofá color marrón en aquella cálida sala color oro para seguirla. Tosió un poco, cubriéndose con el cuello de la gabardina mientras observaba el entorno. Veía varias estatuas y pinturas de ángeles al igual que cruces colgadas. Hizo una pequeña mueca y enfocó la vista al frente.

—Todo ha sido muy extraño, la madre busca desesperada una cura. Pero no la encuentra, pese a los médicos que han venido, pagados por la señora de la casa —la mujer soltó un suspiro—. Yo no sé qué pensar, pero estoy agradecida de que esté con nosotros, señor Min.

—Haré lo posible para curarlo. —dijo tratando de sonar lo más seguro posible.

—¿No es aún muy joven para ser médico? —preguntó la mujer viéndolo a través de su hombro.

—Tengo actualmente veintisiete, señorita. Pero toda mi vida me he enfocado a la medicina, el médico Namjoon no me mandó acá sin saber que estoy lo suficientemente capacitado para esto. Otro colega mío también vendrá más adelante.

—Ya veo —la mujer siguió avanzando hasta que se detuvo en la gran puerta—. Le deseo mucha suerte.

Yoongi agradeció asintiendo con la cabeza. Tocó la puerta dos veces hasta que escuchó un "adelante" del otro lado. Min Yoongi abrió la puerta en silencio para cerrarla detrás de él. Se acercó a la mujer de ojos llorosos junto a una cama, lo observó suplicante.

—Doctor Min —suplicó ella—. Mi hijo, él está mal, por favor...

—Lo entiendo, señora Monoban. Pero por favor, necesito que respire y esté tranquila. —pidió con una tímida sonrisa.

La señora Monoban asintió, soltando unas lágrimas y volviéndose a sentar. Min Yoongi se acercó a la cama donde vio a un joven chico de cabello café ligeramente ondulado. Estaba acostado, con sus labios abiertos para respirar. Lo observó fijamente.

Sus labios tenían un color casi blanco, con unas rayas negras, no sabía por qué. Un balde lleno de vómito color negro y rojo vino se hallaba al lado, una sustancia sin duda completamente desconocida y bastante extraña. Estaba pálido, había perdido color y los huesos de su cara se mostraba demasiado, su pecho desnudo subía y bajaba con irregularidad y la piel se veía perlada por el sudor. Estaba en un estado terrible, y se notaba.

—¿Está dormido? —preguntó Yoongi mientras lo examinaba.

—Le hablo, pero casi no contesta —respondió la mujer sonándose con el pañuelo—. Cada vez empeora más, se fatiga demasiado —sollozó—. Por favor, no deje que muera mi hijo.

—No morirá, se lo aseguro, la medicina no lo permitirá —habló Yoongi en voz baja—. ¿Cree que pueda despertarlo?

La mujer asintió, tomando la mano de su hijo y dándole un apretón.

—Jungkook, amor —habló—. Háblame cariño, ya trajimos un buen médico. Vas a salvarte.

El chico se removió un poco, incómodo.

—Jungkook.

El chico se levantó de golpe, tosiendo fuertemente. La mujer tomó el balde y se lo entregó, llorando con fuerza. El chico se aferró a él y comenzó a vomitar nuevamente aquella sustancia negra y viscosa que salía de su boca, junto con sangre. El sudor corría por su huesuda espalda que comenzaba a llenarse de venas negras, finas y bastante extrañas. No era nada placentero de ver.

LEVIATHAN - yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora