Nunca debí caer por él.
Sin embargo, tampoco detuve mi descenso.
Nada logró apaciguar las maliciosas llamas de deseo que se prendieron dentro de mí.
No su frialdad.
No su silencio.
No sus advertencias.
No las consecuencias.
Y mucho menos la diferenc...
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FRANCHESKA.
—La sombra es uno de los aspectos más cruciales a la hora de darle una forma y textura a lo que denominamos arte y por ello es que siempre es importante enfocar la esencialidad en esto, porque el realismo depende demasiado del tipo de envoltura que le demos a lo que estamos plasmando para así mismo crear una emotividad —entré al auditorio en donde Aleksander estaba dando la acotación casi final de su seminario de arte, mientras los alumnos del nivel más avanzado lo observaban en silencio desde sus sillas frente a sus lienzos y esperaban a que él terminara de hablar para intentar seguir sus pasos—. Si me lo preguntan, puedo resumir que las sombras son claves para generar realismo y bidimensionalismo, pero, por otra parte, son necesarias para que cuando el arte se exponga y se esté analizando, este pueda crear una atmósfera y una trama desde cualquier ángulo que se le vea.
Me quedé en la parte de atrás del auditorio tratando de no llamar la atención de él, mientras me aceptaba a mí misma que no había nada más interesante y que hiciera que mi corazón palpitará más y más rápido, que verlo a él hablando de algo que lo apasionaba tanto, porque sin duda alguna, era evidente que Aleksander Vandeleur respiraba arte y era arte.
Él continuó hablando y no había absolutamente nadie en aquel seminario que no estuviera pendiente de cada palabra que salía de su boca, porque pese a que su postura era erguida y él se veía bastante imponente y serio, la máscara segura y de concentración que tenía en el rostro hacía que fuese imposible ver hacia otro lado y dejar atrás sus ojos verdes y cabello rubio.
Sentí una opresión entre mis muslos mientras lo seguía analizando, porque no pude evitar recordar todo lo que había sucedido en su auto y la manera como me sostuvo y me hizo aguantarlo.
Como siempre, iba vestido con una camisa blanca seria, la cual había arremangado hasta sus antebrazos para no marcharla y esta dejaba ver la piel clara con un poco de bello rubio de sus brazos y las venas marcadas también.
Sentí el rubor subir hasta mis mejillas y tragué saliva con fuerza, mientras ahora él hablaba de las técnicas de sombra y decía que el más común era el sombreado y que alrededor de éste había diferentes tipos como el lineal, el cruzado y el punteado.
No podía prestarle atención a lo que estaba diciendo y sabía que sería la peor que en aquella clase porque pese a que todo lo que decía él era interesante y se notaba su experiencia de muchos años, yo solo podía pensar en lo atractivo que era con todos esos rasgos definidos, esa nariz recta, labios serios, pero besables y rostro frío, el cual era una máscara de determinación, pero que yo sabía que solía dar las mejores sonrisas cuando yo decía algo que lo sacaba de esa seriedad inmaculada.
—El tipo de sombreado que más suelo utilizar yo es aquel que se basa específicamente en crear luz y sombra al mismo tiempo, para que exista lo que conocemos como contraste y así mismo se cree lo que es una composición visual etérea.