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Había cedido a la tentación.

Lo admitía.

Pero era un ente como los demás.

Le ganaba el deseo a veces.

La tentación de involucrarse con quien no le convenía.

El deseo reprimido de saberse sometido por alguien con aquel temple de hierro y orgullo.

El británico cedió ante el placer.

Se aferró a aquella piel, disfrutó del sabor a alcohol que lo mareaba, gimoteó suavecito el nombre de aquella alfa, dejó que su piel se deslizara sobre la ajena, y pidió que aquello no se detuviera hasta que su propio cuerpo no desfalleciera por el placer del pecado. Se dejó hacer por esa mujer, porque así lo quiso.

Se aprovechó del interés ajeno y se dio una probadita de la pasión que le faltó en el pasado.

Jadeó entrecortadamente sobre aquel cuello al que hace poco mordió con fuerza para regular la dulce sensación de alcanzar el orgasmo.

—¿Estás bien?

Esa voz susurrante junto a su oído lo hizo temblar y reaccionar un poquito. Se dio cuenta de que el deseo ajeno era mucho más grande que el propio.

—¿Por qué sigues dura? —protestó, porque URSS se restregaba contra su sexo una vez más.

—Porque soy una alfa que te profesa pasión.

UK enrojeció y ocultó su rostro en sus manos. Ya no podía con tanto descaro de aquella mujer.

—¿Quieres seguir?

—Estoy cansado.

—Yo haré todo... —se acercó a besarle las mejillas—. Tú, querido reino, solo gime para mí.

Grandes amores [UK x All]Where stories live. Discover now