Capítulo 18: Humo y fuego

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—No estás bien. —dijo. —Deberías haberte ido con Alicia.

—Ni de coña. No pienso moverme de aquí hasta que vea morir a ese hijo de puta.

—Pues concéntrate. —me dijo sin apartar la mirada. —Deja de temblar y de arrepentirte. Lo que hiciste, lo hiciste para protegerte. ¿Me has escuchado?

—Lo maté, casi conseguimos la paz pero por mi culpa todo se ha ido a la mierda.

No podía mirarla, ella quería que lo hiciera pero mi cabeza no se levantaba. Iba a estallar en llanto si lo hacía.

—Todo lo que has hecho en esta vida ha sido para proteger a tu gente. —dijo colocando sus manos en mis mejillas. Yo seguía mirando al suelo. —Te has machacado el cuerpo día y noche para que tuvieran un techo donde dormir, has estado días vagando por el exterior para traerles comida. Te has dejado la vida por ellos... Y todo ese carácter, toda esa rabia y esa furia tuya que tanto me gusta... Tienes que sacarla hoy. ¿Me oyes?

—Sí.

—Mírame. —me pidió. —Que me mires, Quinn.

Lentamente alcé la mirada y clavé mis ojos en la única mujer a la que he querido. Inmediatamente secó mis lágrimas.

—Tú y yo acabamos de conocernos. —dijo. —Esto no termina aquí.

—No lo... no lo sabemos. —pronuncié con dificultad.

—Te digo que esto... no termina aquí.

Lo único que pude hacer fue abrazarla con fuerza. Con una mano sujetaba su espalda y con la otra su nuca, atrayéndola hacia mi para que no se separara.

Quise besarla por si aquel beso era el último, pero cuando nos separamos y nos miramos a los ojos con el mayor miedo que jamás había visto, cundió el pánico cuando lanzaron una bomba que explotó en el interior del campamento.

Seguidamente una sombra entre los árboles lanzó algo hacia nosotras. Cuando vi la luz roja parpadeando mientras se acercaba, me lancé sobre Billie con un placaje y ambas caímos al suelo desde una altura importante.

Después sonó el estruendo que destruyó parte de la muralla.

—¡Están aquí! ¡A cubierto! —gritó alguien.

Levanté a una Billie adolorida por la caída y nos escondimos tras la trinchera más cercana que encontramos. No sabíamos qué había pasado con nuestros soldados del exterior, pero en menos de cinco minutos habían entrado.

Veía a mi padre junto a mi hermana cerca de nosotras sin dejar de disparar al frente. Habían entrado con sus bombas, sus chalecos y sus armas.

—No mueras. —le dije a Billie.

Antes de que pudiera reaccionar, me puse en pie disparando al frente sin detenerme hasta que el cargador se terminó. Me lancé al suelo cerca de mi padre.

—¿Dónde está Joy? —grité en medio del jaleo.

—¡No lo se!

No veía nada más que humo y el fuego que estaba esparciéndose por toda la muralla gracias a esa segunda bomba.

—¡Atacad! —grité.

Aproveché mi puntería para que esos soldados que trataban de entrar por el hueco de la muralla, murieran en el intento. Hacía rato que perdí de vista a Judith, Alec, Austin, Joy, Billie... Tenía a mi padre en mi campo de visión cargándose a unos tíos que se habían quedado sin munición. Richard estaba con él, peleando de una manera impresionante.

La paranoia de QuinnWhere stories live. Discover now