CAPÍTULO VEINTITRÉS.

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Hermanas, ¿les está gustando esta nueva versión? 💚💛

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DREEY.

—Ni siquiera me estás escuchando —Se quejó Lory, mientras yo conducía a través de la lluvia, directo a su apartamento.

—¿Qué decías? —dije, sin voltear a verla.

—Que esta cena fue la cosa más infernal del mundo —murmuró—. ¿Quién se cree esa maldita mocosa para hablarnos así? —espetó—. Pobre de Zandra, con razón nunca la quiso en su casa. Mira todo lo que tiene que soportar con esa niñata insolente y maleducada.

No dije nada, de nuevo, pero sentí la irritación golpearme.

—Me imagino la clase de dolor de cabeza que será en casa, después de todo, se ha escuchado que es igualita de libertina a su madre y...

Traté de dejar el tema ahí, porque ciertamente, defender a Francheska no era un rol mío, pero ella continuó.

—Es una malagradecida, incluso trató a Zandra de zorra, ella misma me lo contó y créeme que si yo fuese ella, ya la tendría de patas en la calle por maldita.

—No es correcto, Lory —la detuve, llevando mis ojos a ella—. Primero, no es correcto que te rebajes a meterte en con esa joven, eres mayor por más de diez años, es un poco igualado. Segundo, es igual de incorrecto que hables de su madre, está muerta.

Los ojos azules de ella me analizaron con determinación, mientras fruncía el ceño.

—¿Desde cuándo te importa tanto lo de otras personas? —preguntó—. Y si recuerdas mal, hablo de la estúpida que acaba de insultarnos en la mesa.

—Es solo una joven mimada —dije—. No te lo tomes personal, no te iguales.

Por el bufido que ella soltó, quedó más que claro que no le gustaron mis palabras, sin embargo, no iba a retractarme.

Por el contrario, tenía una necesidad insana por defender a la joven de ojos amarillos porque algo dentro de mí, no soportaba la idea de permitir que le hicieran daño a ella.

Era tan joven, terca, consentida y susceptible, que me provocaba ganas de resguardarla en un lugar en donde nadie más pudiera hacerle daño e incluso en un espacio en donde yo tampoco pudiera joderlo de alguna u otra manera.

No entendía en qué momento Francheska Hess se metió dentro de mí, pero ya no había marcha atrás y, en lo peor de los casos, yo tampoco quería retroceder.

Me daba totalmente igual las consecuencias.

No podría poner en palabras exactas lo que sentí cuando llegué a ese restaurante y la vi a ella, ahí sentada, distante y apagada.

Ni una sombra de la joven rebelde y picarona que solía ser cuando estaba conmigo.

Había sido diferente, incluso sus ojos amarillos se habían visto más opacos y cuando tuve esa visión, pese al enojo constante que tuve con ella antes, todo se disipó y solo quedó una pregunta:

ALEVOSÍA  [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora