Capítulo 39

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Todos los vampiros y licántropos se posicionaron frente a nosotros en segundos. Anthony estaba al frente, Camila y Amelia a cada lado de él, ambas con miradas asesinas dirigidas especialmente a mí, no me intimidaban, ellas serían más fuertes, pero yo tenía motivos para no dejarme vencer. Iba a luchar y saldría victoriosa con Hadrien a mi lado.

—No sean estúpidos —habló Anthony—, no ganarán. Únanse a mí, a mi ejército, será la mejor decisión que pueden tomar.

—Detén esto, Anthony —intervino Hugo.

—Siempre lo preferiste a él —le reprochó mirando con odio a Hadrien—, y por ello los mataré a ambos... y también a ella —agregó señalándome a mí. Hadrien soltó un gruñido y dio un paso al frente.

—Te daré la oportunidad, Anthony, detén está locura, tus planes no se llevarán a cabo —habló Hadrien por primera vez. Anthony sonrió de lado.

—Nunca, Hadrien.

No hubo más respuestas, sin decir más los vi venir hacia nosotros como una gran mancha oscura. Hadrien a mi lado, apretó mi mano y me miró por una milésima de segundo para después soltarme, sintiéndome desprotegida al no tenerlo conmigo.

Entretanto, me vi siendo empujada hacia el suelo sin poder hacer nada para evitarlo, mientras que, un vampiro que no conocía estaba sobre mí buscando sujetar mi cuello, pero al momento de hacerlo el collar lo quemó, obligándolo a retirar la mano, lo que aproveché para golpearlo con todas mis fuerzas lanzándolo lejos de mí.

Me incorporé enseguida, todo a mi alrededor era un desastre, manchas borrosas se movían de aquí a allá, pero podía encontrarles formas; la sangre comenzó a llenar el ambiente volviéndose densa. Los gruñidos de los licántropos eran ensordecedores, y podía oírlos muy claramente, llegaban a irritarme y ponerme los pelos de punta, porque no nada más estaban de nuestro lado, Anthony había traído más que peleaban para él.

Busqué a Hadrien, pero no pude encontrarlo, eran Ezequiel y Marco los que estaban cerca de mí; en ese momento observé a un lobo correr peligrosamente hacia donde me encontraba, pero antes de pudiera tocarme otro licántropo lo asesinó de forma brutal. Sin saber por qué, supe que se trataba de Andrew.

—Por fin voy a poder acabar contigo.

Escuché la voz de Amelia a mis espaldas mientras me tomaba del cabello y tiraba de él, gemí de dolor, pero logré girarme y golpearla en ese estúpido rostro que tanto odiaba.

Al verla sentí la rabia crecer en mi pecho recordando que Hadrien la amó, que estuvo con ella, qué significo algo para él; eso fue suficiente motivación para sacar fuerzas y enfrentarme a ella.

Arremetió de nuevo hacia mí. Ambas nos golpeamos mutuamente, de un lado a otro, golpes que verdaderamente dolían, pero no me detenían en lo absoluto, por el contrario, me hacían enardecer y buscar desquitarme.

Sin embargo, aunque luchara bien, ella era muy fuerte; me tiró sobre la hierba mientras yo la sujetaba del cuello y le propinaba golpes con todas mis fuerzas en su rostro buscando la manera de sobrevivir y no permitir que fuera ella quien acabara con mi vida.

—Hadrien siempre será mío. Sobrevivirá a tu muerte, créeme, seremos muy felices sin ti.

Me dedicó una mirada cargada de odio y luego clavó algo en mi vientre que me hizo gritar de dolor; fue rápida y precisa, haciéndome jadear.

—¡Gabrielle! —Escuché la voz de Hadrien, pero no pude verlo.

Amelia retorció lo que sea que tuviera en las manos dentro de mi cuerpo, ardía demasiado, me quemaba la piel, podía sentir como se extendía por todo mi cuerpo y como muy lentamente me debilitaba; entendí que se trataba de un artefacto de plata.

A tu lado ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora