Nunca debí caer por él.
Sin embargo, tampoco detuve mi descenso.
Nada logró apaciguar las maliciosas llamas de deseo que se prendieron dentro de mí.
No su frialdad.
No su silencio.
No sus advertencias.
No las consecuencias.
Y mucho menos la diferenc...
Apoyen comentando mucho todo el cap y dejando sus votos.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
FRANCHESKA.
Traté de secar mis lágrimas y en medio del mareo y el enojo, intenté recuperarme, pero fue casi imposible hacerlo.
Seguía encerrada en el baño del restaurante, obligándome a mí misma a enfocarme y a crear consciencia de todo lo que había dicho en la mesa, pero me costaba ser razonable. No podía hacerlo.
Algo dentro de mí, eso mismo que me llevó a estar con Tristán e incluso a hacerle daño tantas veces a mi madre, ahora estaba brillando más que nunca y no podía ser opacado u apagado.
No podía evitar preguntarme qué había hecho yo en la vida para tener un padre como el que tenía y que había hecho él para merecer una hija que lo amaba tanto como yo. Porque sí, no mentía cuando decía que lo amaba y de hecho, mientras estaba ahí en el baño, viendo mi reflejo y la sutura bajo mi labio, entendí el hecho de que yo si le iba a perdonar cualquier cosa que él me hiciera, más sin embargo, no podría perdonarme a mí misma el permitirle tanto.
Era una muerte segura por cualquier parte.
—Está bien—me miré en el espejo y traté de secar mis lágrimas—. Por favor, Francheska, está bien.
Me lo repetí una y otra vez, mientras recordaba también las palabras de Lory y mi sangre hervía al ser consciente de que ella me había dejado en ridículo al decir que a mí no me importaba estudiar.
¿Por qué carajos eran tan metida? ¿Por qué esa mujer seguía cerca en mi vida?
Mi odio hacia ella y hacia Zandra era ahora más real que nunca y no iba a dar un solo paso atrás. Ambas, desde el inicio, desde que llegué ahí, habían hecho todo lo posible por humillarme y jactarse de cada cosa que hacía mal. Podía esperarlo de Zandra, después de todo, era la hija de su esposo y una carga para ella, aún así, ¿qué le había hecho yo a Lory?
—Te estás metiendo con su prometido —gritó mi mente.
Ella habia empezado atacándome mucho antes de eso. Había usado para sus patéticas clases ejemplos de mi vida personal, que mi madrastra le había contado y que ella sabía que eran muy dolorosos. Lo había hecho sin piedad alguna y era por eso mismo que ya no me importaba nada de lo que hubiese pasado entre su prometido y yo.
No me importaba.
—No pienses en ese idiota —me regañé—. No lo hagas.
Días atrás había estado besándome como si el mundo no tuviera final. Se había atrevido a pintarme, a tocarme y ahora. Ahora me había mirado como si valiera nada, incluso me ignoró y pese a que no esperé nada suyo en público porque evidentemente era la amante, un poco de cortesía no le habría hecho daño.
—Estúpido, patán.
Estaba encerrada en uno de esos baños de mujeres que era de un solo cubículo. Alrededor de mí solo había paredes blanca y lujos que pensaba que eran muy innecesarios para un baño.