CAPÍTULO VEINTIÚNO.

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FRANCHESKA

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FRANCHESKA.

Le di otro trago a mi vino, mientras trataba de averiguar qué era lo peor de estar en aquella cena. Si obligarme a comer la carne que tenía frente a mí, escuchar a Lory y a Zandra hablar a la vez, si soportar a mi padre estar alabando a su esposa cada dos segundos o si tener un silencioso Aleksander frente a mí, el cual parecía no estarse esforzando mucho por ignorarme.

Lo estaba haciendo casi de forma natural, como si yo prácticamente no existiera o no le importara y no iba a culparlo, lo evidente no se preguntaba y éste era un hombre muy diferente al con quien había estado días atrás.

En medio de todo, me obligué no pensar en nada de lo que sucedió con los dos. No estaba bien y tampoco tenía sentido que me hiciera ese tipo de daño.

—¿Al final ya saben cuándo se van a casar? —escuché que le preguntó Zandra a Lory, justo cuando yo tomaba de mi copa de vino y miraba directamente hacia donde estaba el lago.

—Bueno, teníamos planeado que este año, pero teniendo en cuenta de que ya se va a acabar y no hemos adelantado mucho los preparivos, será para el próximo. ¿Verdad cariño?

Rápidamente, mi mirada voló hacia ellos, justo cuando ella puso una mano sobre el pecho de él. La mano en donde tenía el gran anillo de compromiso y sin poder evitarlo, sentí algo doloroso llenar mi pecho, mientras yo bebía de nuevo de la copa y miraba al rubio, esperando que dijera algo o que simplemente aceptara las palabras.

—El otro año será —fue su respuesta, la cual pareció fría y muy despreocupada, pero, al parecer, eso no le importó ni un poco a ella.

Aun así, era muy evidente que él no quería estar ahí, de hecho, se me hacía raro la compañía aquella noche, porque pese a que Zandra y Lory eran amigas, Aleksander jamás se había dejado ver con ellos. Él no parecía ser muy ameno con las reuniones públicas y en lo que lo estaba aprendiendo a conocer, era evidente que no deseaba estar ahí.

Eso era demasiado para alguien como él, el cual, a cada segundo que tenía, le encantaba profesar lo importante y maravilloso que era.

—Queremos que sea algo muy grande y sofisticado —añadió ella y la vi como besó la mejilla de él—. Algo por lo grande y también muy lujoso. La boda de mis sueños.

—¿Será en Alemania? —preguntó mi padre, el cual también bebió de su vino y se vio muy interesado por la plática—. Estaremos encantados de ir ahí.

Lory sonrió maravillada.

—Sí, Dreey y yo deseamos que sea allá, puesto a que es su lugar de nacimiento y vamos a quedarnos a vivir en Berlín.

Amargamente, no pude evitar pensar en cuanto la detestaba a ella y, en realidad, a todos en la mesa. Incluso a mi padre. El vino me estaba dando de una u otra manera, la valentía para aceptar ese hecho y lo único que deseaba era que esa cena se acabara lo antes posible o que ellos simplemente cerraran la maldita boca de una vez por todas.

ALEVOSÍA  [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora