Cap.13 "Y ojalá fuese para siempre".

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—No sé como pasó, no debía pasar. Se supone que es mi hermano y yo —balbuceó sorbiendo sus mocos y alejándose de mi— no puedo sentir esto.

—No puedes elegir qué sentir. Mucho menos por quién sentirlo —le dije limpiando sus lágrimas.

—Augusto siempre fue el más cercano a mi. Cuando era más pequeña, solía llorar en los cumpleaños de mi madre —me confesó y sentí algo romperse dentro de mi—. Fue hasta que cumplí nueve, el año pasado. Augusto me encontró llorando en la sala a las cuatro de la mañana y me acompañó. Cuando se hicieron las seis y el sol salió, él me dijo que solo necesitaba un poco de chocolate para sonreír.

Sonreí un poco en mi lugar y bajé la cabeza, porque era algo que Augusto diría definitivamente. Volví a mirarla porque sabía que iba a seguir hablando.

—Ese fue el primer día que me escapé —confesó entre lágrimas—. Fuimos hasta el Café de Stan que apenas estaba abriendo, nos bebimos dos batidos y cuando se hicieron las siete y media volvimos aquí corriendo. Tenía miedo que la abuela despertara y no me viera. Pero todos aún dormían. Me dejó en mi cuarto y dijo que ya no pensara que las fechas tristes lo eran, que pensara que yo estaba viva para poder recordarlas con amor.

—Ese niño es un cursi romántico —admití negando con la cabeza y ella se rio por lo bajo, secándose las lágrimas.

—¿Voy a dejar de sentir esto? —preguntó de pronto—. Tú eres más grande que yo, ya debes haber pasado esto.

—Reni, te vas a enamorar muchas veces. Muchas te harán reír un rato y otras solo van a romperte el corazón, pero al final tendrás al indicado —dije y tomé su mejillas para que confiara en mis palabras—. Y te prometo, que valdrá la pena todas esas veces que tu corazón se rompió.

Ella sonrió un poco y me abrazó con fuerza. Apoyé mi mentón en su cabeza porque yo era mucho más alto que ella y cerré los ojos, sabiendo que en algún momento tendría que pasar esto con Thais. Y que dolería el doble verla así.

—Gracias Nate —susurró y besé su frente para alejarme de ella.

—Ahora vamos a ver que están haciendo estos abajo —dije para tomar su mano y sonrió para bajar las escaleras junto a mi.

En la sala, todos miraban la televisión en completo silencio. El volumen era muy bajo para poder oírlo desde el primer piso y supe que no querían despertar a Bernarda.

—¿Pero qué hacen aquí? —pregunté sin entender por qué había cinco adolescentes pegados en un mismo sofá.

—No podemos dormir —respondió Noel, desparramado sobre el hombro de Irina que miraba la televisión con rostro de sueño.

Augusto giró su cabeza de la televisión y nos vio. Su mirada se fue directo a la rubia junto a mi y su expresión de preocupado apareció. Sonreí internamente.

Sabía que me mentías, Augusto Clarke. Estás enamorado.

—Reni, ¿estás bien? —preguntó a ella y todos se giraron para verla.

Ella sonrió y asintió con la cabeza, ignorando las lágrimas que hacía unos minutos habían estado allí. Le sonreí y me devolvió la sonrisa.

—Bueno, ¿qué esperan? Vengan aquí —dijo Irina, palmeando el poco lugar que quedaba en el sofá.

Esa noche, estuvimos despiertos hasta las cinco de la mañana mirando películas. Ya no recuerdo de qué trataban, ni si me gustaron o no. Pero si recuerdo que ese día entendí que yo necesitaba de mis hermanos tanto como ellos de mí. Y no importaba que sucediera, siempre iba a estar para ellos.

Controversia (Saga completa)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant