Tardé solo un momento en bajarla, pero ajustarla era algo más difícil. Apenas había puesto el cierre en posición cuando algo impactó contra la protección metálica desde el exterior, cosa que me hizo retroceder con un grito hasta tropezar con mi silla y caer al suelo.

JaeHyun apareció inmediatamente.

—¿Te has hecho daño?

Hice una evaluación rápida. Era probable que me saliera un hematoma en la cadera, y estaba asustado, pero nada más.

—No, estoy bien.

—Al fondo de la habitación. ¡Venga! —ordenó, mientras me ayudaba a ponerme en pie.

Él atravesó la sala, agarrando a algunos chicos que se habían quedado paralizados del miedo y conduciéndolos a la esquina más alejada.

Obedecí y corrí al fondo de la estancia, donde estaban todas los chicos, amontonados. Algunos lloraban en silencio; otros tenían la mirada perdida. Mark se había desmayado. Lo más tranquilizador fue ver al rey Dongwook hablando animadamente con un guardia en la pared contraria, lo bastante lejos como para que los chicos no le oyeran. Rodeaba a la reina con el brazo en un gesto protector, y ella se mostraba tranquila y confiada a su lado.

¿A cuántos ataques habría sobrevivido? Había oído que se producían varias veces al año. Aquello debía de ser exasperante. Las probabilidades de sobrevivir eran cada vez menores para ella... y para su marido... y para su único hijo. Con el tiempo, los rebeldes descubrirían cómo aprovechar las circunstancias a su favor y conseguir lo que querían. Y sin embargo, allí estaba, con la cabeza alta, la mirada clara y el rostro sereno.

Eché un vistazo a los chicos. ¿Alguno de ellos tendría la fuerza necesaria para ser rey? Mark seguía inconsciente en los brazos de alguien. BamBam y Ten charlaban. Este último parecía estar tranquilo, aunque yo sabía que no era cierto. Aun así, en comparación con otros, ocultaba sus emociones muy bien. Algunos chicos estaban al borde de la histeria, de rodillas y lloriqueando. Otros se habían bloqueado, evadiéndose de aquella pesadilla, y se retorcían las manos con aire ausente, esperando a que acabara.

XiaoJun estaba llorando un poco, pero no daba la impresión de estar deshecho.

Lo agarré del brazo e hice que se irguiera.

—Sécate los ojos y levanta la cabeza —le grité al oído.

—¿Qué?

—Confía en mí, hazlo.

XiaoJun se secó la cara con el borde de la camisa e irguió un poco el cuerpo. Se tocó la cara en varios sitios, comprobando que no se hubiera manchado de comida, supuse. Luego se giró y me miró en busca de mi aprobación.

—Buen trabajo. Perdona que me ponga tan mandón, pero confía en mí esta vez, ¿vale? —No me gustaba tener que darle órdenes en medio de aquella situación angustiosa, pero debía mantener el aspecto sereno de la reina InnA.

Sin duda, JaeHyun apreciaría aquello en una reina, y XiaoJun tenía que ganar.

Él asintió.

—No, tienes razón. Quiero decir que de momento todo el mundo está a salvo. No debería estar tan preocupado.

Asentí, aunque sin duda estaba equivocado. «Todo el mundo» no estaba a salvo.

Los guardias montaron guardia junto a las enormes puertas mientras los rebeldes seguían tirando cosas contra la fachada y las ventanas. Allí no había reloj. Yo no tenía ni idea de cuánto tiempo iba a durar el ataque, y aquello no hacía más que aumentar mi ansiedad. ¿Cómo sabríamos si entraban? ¿No nos enteraríamos hasta que empezaran a golpear las puertas? ¿Estarían ya dentro, y no lo sabíamos?

🏹 JaeYongWhere stories live. Discover now