11; P A R A I S O

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"Hay personas que son refugio, que cuando están cerca nada afecta, nada toca, nada daña, todo está bien, muy bien"

— Rafael Cabaliere

Es un sueño, o debería serlo porque Horacio no ha tenido una mañana más paz desde lo que puede recordar, no tiene la necesidad de salir de la cama, y no porque sienta que no tiene energías, si no porque desea aún verse perdido en la vista que ofrece la habitación. La sábana cubre a medias su cuerpo desnudo, él se encuentra sentado sobre la cama, abrazando las piernas flexionadas, y sobre estas descansando de lado está la cabeza de este, mientras disfruta de la calma. Volkov no está a su lado lo sabe pero si está la nota de buenos días en una tarjeta que juraría tiene algo del perfume del mayor. Así mismo sabe que de al fin tomada la decisión de iniciar su día, puede tener a disposición un desayuno expresamente preparado para él.

Se encuentra en una habitación de un hotel de San Petersburgo, y todo parece tan surreal, que Horacio aún no se cree que es real. Volkov había tenido que viajar porque había suscitado ciertas negociaciones en el filial rusa, específicamente en la filial en la que se encontraban, este por tanto había invitado a Horacio a ser su acompañante, un par de días más tarde estaban ya instalados en aquella habitación, lejos de Los Santos, las circunstancias de la vida parecían poder verse con cierta perspectiva, no habían desaparecido las sombras, pero era más complicado de verlas cuando la luz se ha variado, y en ese sentido aquella ciudad era... como un nuevo comienzo, un lugar donde ambos podían simplemente dejarse ser.

Volkov no había podido estar algunas horas del día sumido en reuniones, en tanto Horacio aprovechaba para recorrer la ciudad, estar rodeado de un nuevo ambiente, donde podía perderse entre la multitud, lograban acallar aquellas voces insidiosas, su ansiedad a penas podía sondear la superficie mientras se dedicaba a caminar por la ciudad, admirando los edificios, parques, disfrutando de lo que quedase del otoño pronto a llegar el crudo invierno, la ciudad por tanto era aún más mágica con aquello colores anaranjados. Ahí donde miraba parecía que siempre podía ver los haces del sol iluminando las rojizas hojas de los árboles.

Luego recibiría la llamada de Volkov que lo buscaba para almorzar juntos, y quizá pasar una tarde recorriendo los lugares ahora en compañía del contrario, este intentará enseñarle algunas frases en el idioma, y Horacio reiría porque sentía la lengua torpe al no lograr pronunciar muy bien el idioma. Luego la cena sería escogida en un lugar elegante, Horacio usaría el traje que compraron en la tarde, y disfrutaron de una charla en tanto bebían algo de vodka en caso de Volkov, y para el menor un cóctel virgen. Al salir decidieron caminar un poco, Volkov colocaba sobre los hombros del menor su abrigo porque la noche era fresca, Horacio se sonrojaba y sonreía animado.

La llegada al hotel, estaría cargada de un anticipación, la cual se hubo construyendo entre un roce ligero de dedos, la fricción de sus hombros al caminar uno al lado del otro, el acomodar el mechón rebelde porque la brisa nocturna despeinaba a Horacio, y sobre todo las miradas, aquellas que a veces se desviaba a los labios y luego a los ojos contrarios, provocando sonrojos que podían disimular que era por el frío de la noche, cosas que a ojos contrarios, eran cosas insignificantes, en ellos provocan escalofríos, porque saben que al llegar a la habitación. Donde las reglas del mundo, las habladurías, la culpa, el miedo, todo aquello que pone una carga sobre ellos es exiliado, los deja solo a ellos y la necesidad de concretar más su acercamiento, donde las caricias ya no fugaces si no que encienden una fiebre en la piel, y al fin se rinden a los besos que sus miradas ya exigían, el contacto de los labios los deja ambos jadeando porque el oxígeno parece desaparecer ante el latir acelerado de ambos corazones.

La noche dedicada al completo abandono de un amor sensual, de un querer memorizar el cuerpo contrario, de disfrutar la intimidad, como el saber dónde provoca que la pareja deje ir un gemido, o donde puede hacer que tiemble suavemente mientras en distintos idiomas solo repite

LOST ON YOU | VolkacioOnde histórias criam vida. Descubra agora