Nadie me quiere a excepción de los villanos.

Capítulo 37

Tenía miedo de que, como plebeya, se sintieran avergonzados y me escondieran. Por eso, quería estudiar más para así convertirme en una dama perfecta.

Cuando descubrí la codicia que tenía escondida dentro de mi corazón, me sentí aún más triste.

—ShuShu, ¿Cómo diablos llegaste a pensar de esa manera? Vamos, cuéntame. — El gran duque parecía sentir que algo estaba claramente mal tras mi pregunta.

Ante su pregunta, las lágrimas comenzaron a salir de nuevo, así que mordí el interior de mi mejilla.

—La profesora Rima...—Después de decir eso, parpadeé porque no sabía qué decirles exactamente.

<La maestra Rima nunca dijo directamente que yo no pertenecía a esta casa.>

Sólo dijo cosas insensibles que me hicieron sentir triste y avergonzarme de mi misma.

—Papá, ¿doy vergüenza por ser una huérfana plebeya?

—¿Qué?

—¿Tengo que estar avergonzada de haber sido una huérfana? ¿Tengo que ser una dama impecable y perfecta?

—¿Quién ha dicho eso? ¿Fue tu profesora?

—Si. La maestra dijo que soy una vergüenza para el gran ducado ¿Acaso no soy una hija lo suficientemente buena?

El gran duque se estremeció ante mis palabras. Se escucharon ruidos por todos lados. Parecía que se estaban enojando y dejando escapar su ira a través de su energía.

—Lucy, ve a buscar a la maestra y tráela ante mí. —ordenó el gran duque con una voz fría que nunca antes había escuchado.

<Eh... ¿Estará bien?>

Sólo quería quejarme y desahogarme moderadamente, pero la reacción fue más intensa de lo que pensaba.

—Cómo se atreve...

—¡Voy a matarla! ¡ShuShu es una hermana perfecta!

¡No sólo era el gran duque, también eran mis hermanos y la gente de su alrededor!

Cuando los hermanos pisotearon el suelo con ira, los empleados que nos rodeaban temblaban y hablaban, diciendo: "¿Cómo se atreve a decirle eso a la señorita?"

Es culpable por haberme ignorado, ¡pero aún no estoy segura de que lo haya hecho intencionadamente! Grité para mis adentros y me dirigí al salón en brazos del gran duque.

Poco tiempo después, apareció la profesora Rima. Se presentó sin ningún signo de vacilación a pesar de que el gran duque la había llamado personalmente.

Sus ojos oscuros nos recorrieron al gran duque, a mis hermanos y a mí, que estábamos sentados en el sofá del salón.

—He oído que me ha llamado, su alteza.

—La llamé porque tengo algo que comprobar.

—Por favor, pregunte.

El gran duque estaba más frío que nunca.

Tenía los brazos cruzados y no mostraba miedo, pero podía ver como el cuerpo de la profesora Rima temblaba un poco.

—He oído que has insultado a mi hija.

—¿Cómo me atrevería a insultarla?

—Entonces, ¿Cómo sabe ella acerca de la vergüenza? —Ante las palabras del gran duque, el flaco rostro de la señora Rima reflejó algo de miedo. Aun así, apretó los puños como si fuera extraño que no pudiera controlar su miedo. Como si tratara de ganar.