Capítulo L - Rita

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—Si esta prueba es positiva deberíamos advertirle inmediatamente a la gente —aseguró Arión con determinación.

—De eso me encargaré yo. Es mi gente —acentuó ella. En su mano tenía un matraz que batía con ímpetu—. Si esto cambia a color púrpura ya será tarde. Será imposible ayudar a las personas de la periferia de SIFA.

—¿Cuántos?

—Un millón, dos, quizás. —Rita vio como Arión abría los ojos de par en par.

—¿Entonces? ¿Los dejarás morir?

—Salvaré a los que pueda. Desde que llegué aquí me he dedicado a ayudarlos —respondió con estoicismo, abriendo paso a la confianza de Arión.

—¿Cuándo sabremos si el agua de la red principal está envenenada?

—Dentro de una hora. —Rita introdujo el recipiente en algo que parecía un horno.

—¿Y qué haremos mientras?

—Hablemos... Cuéntame sobre ti. Relátame esa parte que no se escucha en las cibernews.

—Allí dicen puras estupideces. Déjame pensar, tal vez pueda hacerte un resumen... —Rascó su barbilla—. La indiferencia de mi padre conmigo seguramente dejó alguna marca en mí, pero todavía no sé cuál. Mi madre siempre estuvo ocupada y nunca tuvo tiempo para dedicarse a su único hijo y ahora quiere que la ayude con la parva de serpientes que hay en su directorio. Creo que de niño siempre conseguí lo que quise y me acostumbré mal. Esto fue hasta que la relación de mis padres decayó y tuve que salir a trabajar para otro hombre y demostrarles que puedo conseguir mis propios bits.

—Tal vez esa es la marca que dejó tu padre: quieres demostrarle que puedes ser independiente.

—Mmm... —repuso dubitativo.

—¿Y para quién trabajas? —inquirió curiosa.

—Para Hans Lovis. Me llamó para que investigara cómo sacar energía del agujero negro, pero la verdad es que no me interesa sumarle energía gratis a su monopolio. En realidad... tal vez... bueno..., estoy seguro de que sí se puede. Tal vez te suene estúpido... —se detuvo para rascarse la nuca.

No encontraba las palabras adecuadas, aunque era probable que dudara en contarle a una desconocida algo que no le había dicho a nadie. Pero, ¿cómo no confiaría en la mujer que lo salvó y en alguien que había dedicado su tiempo en ayudar a la gente de los suburbios?

—Puedes contarme lo que sea. No diré nada a nadie —le aseguró Rita.

—Estoy... —dudó de nuevo, pero continuó—, estoy seguro de que puedo viajar al pasado utilizando la velocidad de rotación de la ergosfera que rodea al agujero negro.

—He visto cosas más raras. No es para nada estúpido —lo apoyó con sus ideales, aunque no entendió nada de lo que le había explicado—. Mi hijo también trabaja para ese hombre así que déjame darte el mismo consejo que a él: "Ten cuidado con Hans Lovis; es muy peligroso".

Arión ya lo sabía. Haberlo engañado fue la decisión más estúpida que había tomado y no tenía idea de las consecuencias cuando Hans se enterara que, luego de haber financiado un proyecto bitllonario, no encontraría ni un misero cálculo matemático sobre su escritorio.

—¿Quién es tu hijo?

—Chess Ulberg.

—Me suena...

—Seguro que lo has visto pelear en el Detfight.

—Ohh... —exclamó—. ¡Por supuesto que lo conozco! Es el Vikingo.

—Ese es mi hijo.

—Parece más un hermano, que tu descendiente.

Rita no dijo nada y largó un suspiro melancólico.

—Lo sé. —Y cambiando de tema indagó un poco más—. ¿Qué probabilidades tienes de viajar en el tiempo?

—No lo sé aún. Es un terreno que nadie ha alcanzado a investigar. De igual forma, hasta que no consiga que Hans me desbloquee la puerta ISCO no podré averiguar nada —comentó con decepción.

—¿La puerta qué...?

—ISCO.

Rita dudó un momento, pero prefirió confiar en Arión como él había hecho minutos atrás al contarle su secreto.

—Cuando vuelvas a Ciudad Capital, habla con Chess. Creo que él podría ayudarte con esa puerta.

Arión titubeó, pero silenciosamente aceptó la información.

Rita no comprendía bien al joven. Siempre pensó que sería uno más de los próximos magnates pedantes, pero al conocerlo mejor y ver sus intenciones, se sintió mal de haberlo prejuzgado. Era un joven osado, ambicioso y astuto, aunque por un instante, dudó de esta última característica cuando recordó que había estafado al mismísimo Hans Lovis. También pensó que tenía otro atributo a flor de piel: era un joven bien parecido.

—¿Cuánto falta? —preguntó Arión con ansiedad.

—Ya debería estar listo —contestó mientras se dirigía al horno.

—¿Qué pasará con toda esta gente?

—Como te dije antes, salvaré a los que pueda.

—¿Cómo?

—Alexander tiene algo que llama "el elixir" y, aunque no lo creas, con ese elixir se mantiene joven y sano. O como lo explica él, "inmortal"

—Te creo. Tú confiaste en mí y yo haré lo mismo. Aunque, la verdad, me sorprende que algo así exista.

—¡Existe! —enfatizó—. Buscaré todo lo que pueda y lo repartiré entre la gente. Con suerte podré salvar al diez por ciento de la población de la favela.

—¿Solo el diez? —preguntó Arión con los ojos tan abiertos que entraría una pelota de tenis.

Rita cabeceó afirmando su lamentable respuesta. Y cuando abrió el horno encontró en la muestra el color que no deseaba ver: púrpura.

Arión al ver el líquido que estaba en el matraz, se dejó caer en la silla y llevó las manos al rostro.

—Tengo que volver a C.C. Debo hablar con mi padre. No puedo permitir que haga algo como esto.

Rita le tomó las manos y le buscó la mirada.

—Ten cuidado Arión. Aunque se trate de tu padre, recuerda que el poder corrompe hasta al hombre más santo —le aconsejó para que actuara con prudencia, una de las cualidades de la Arión carecía.

Él quedó hipnotizado en esos ojos tan claros como el agua.

—Lo tendré —respondió y salió corriendo de allí. 

DOS MUNDOS - Black Hole Iحيث تعيش القصص. اكتشف الآن