Miradas indiscretas {Bakudeku} (Terminada)

17. Viaje. Parte 2

No entendía nada.

¿Cómo mierda había pasado esto?

Estaba tranquilamente esquiando con Deku, cuando de pronto, en un descuido, Deku desapareció.

¿Cómo había podido pasar esto?

He estado todo el rato a su lado.

¿Cómo había podido perderse?

Miro el cielo. Dentro de poco empezaría a anochecer y empezaría a hacer más frío. Tengo que encontrarlo.

—¡Deku!— Grito mientras me muevo por los alrededores.

Nada.

¿Dónde se habrá metido?

Sigo buscando.

∞∞∞

Ya había pasado una hora y no había podido encontrarlo. Al verme desesperado todos se acercaron a mi y al saber lo que había pasado se pusieron a buscarlo.

Estaba muy preocupado. ¿Y si le había pasado algo? ¿Y si estaba herido?

Tenia que encontrarlo.

∞∞∞

Tenia mucho frío.

Estaba solo y muy asustado.

Ya había pasado una hora y seguía perdido.

¿Dónde estaban todos?

Las lágrimas salen con fuerza de mis ojos.

¿Por qué no encuentro a nadie?

∞∞∞

Tres horas…

Estaba congelado. Sin fuerzas.

Ya había oscurecido por lo que no veía nada.

Lágrimas caían con fuerza de mis ojos. Tenia hambre, frío y no encontraba a nadie.

Kacchan, te necesito.

Necesitaba de él, de sus reconfortantes abrazos, de sus dulces besos y de sus tranquilizadoras palabras.

Tropiezo, cayendo al suelo. Gimo de dolor al sentir el golpe en la cintura.

—K-Kacchan. V-Ven por mi, p-por favor.— pido entre sollozos.

Entonces en ese momento me acuerdo.

¡Es verdad! Se me había olvidado.

Tengo que usarlo.

Saco el aparato del bolsillo de mis pantalones. Lo observo y rezando porque funcione, pulso el botón.

Caigo, tumbado en la nieve. Lágrimas salían de mis ojos sin parar.

Kacchan…

Te amo.

Cierro los ojos y lo último que veo es su hermosa sonrisa.

∞∞∞

Tres horas. Habían pasado tres malditas horas y no lo encontraba. Tiro de mi cabello, desesperado.

¿Dónde estas mi amor?

Lágrimas se amontonan en mis ojos.

—Tranquilo Bakugou, seguro que lo encontramos.— Me dice Kirishima.

No podía estar tranquilo. No hasta que lo tuviera de nuevo entre mis brazos.

—No puedo estar tranquilo.