Fútbol Girl, ¿lo han escuchado antes?
Mack Moretti viene siendo una chica como cualquier otra, pero su ambición y determinación les dice que ella está destinada a jugar su deporte favorito con su hermano; A el fútbol, y con Gabo Moretti.
Le ponen...
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En el entrenamiento del día, bueno, todo iba mal, con Ricky.
—Los voy a extrañar cuando estén en España. Me mandan fotos —Solo sonrió dos segundos, pero era más falsa que Matías.
Perdón, todo lo malo lo asociaba con él.
—No digas tonterías. No vamos a tener tiempo para mandarte fotos.
A pesar que nos reímos con el chiste de Dedé, Ricky no movía ningún músculo de su cara, por lo que le desordené los rulos al Duarte.
—Dejá, Mack.
—Arriba ese ánimo, Rick —Rafa le movió el brazo amistosamente—. Nunca te olvides que cuando la noche es más oscura, es cuando las estrellas brillan más.
Asentimos por el lado izquierdo, y cuando nos dimos la espalda con el arquero fruncimos el ceño.
—¿Qué pasa? ¿No te interesa la astronomía ahora?
Junte mis labios para tratar de no reírme más de lo que ya había hecho.
—La metereologia, Rafa. Y no, no me interesa.
—Rafa, ¿tienes alguna frase sobre Torrticelli? —molestó Dedé.
—¿Torrticelli?
—Si, para levantarle el ánimo —apuntó hacía el número siete—. Torrticelli, Torrticelli, Torrticelli, Torrticelli.
Ricky seguía sin ningún movimiento, con la mirada perdida en el escudo de los Halcones Dorados. Tiré del cabello de Dedé para alejarlo del mexicano.
—¡Vamos, Rick! ¿No vas a corregirme?
—No. Dile como quieras. Ya no me importa.
Se fue a sentar tristemente y con un bajón tremendo hacia su lugar en el vestuario.
—Esto es grave —nos susurro Dedé.
—Ya lo sé, genio —sonreí con sarcasmo y me acerqué a Ricky para tratar de levantarle el ánimo—. Rick, queda mucho tiempo para...
Se escuchó que la puerta del vestuario se abrió y después se cerró lentamente.
Alfa estaba en el centro, parado justo donde Ricky estaba pegado con su vista hace segundos.
—Quiero hablar con todos ustedes —Nos dimos la vuelta, atentos—. Quiero que sepan que al colegio que iba antes yo no me metí a robar nada. No cambie ninguna nota...—Manuel se reía muy mal disimulado, tratando de que no se notará, pero el moreno se dió vuelta y el semblante del defensa cambió—...y no hice nada de lo que dicen que hice. Sí alguno de ustedes quieren saber algo acerca de mí, acá estoy.
Gabo le ofreció la mano, y el nuevo la aceptó.
Me acerqué para golpearle la espalda amistosamente.
