Eddie se recostó contra la madera de la puerta, soltando un suspiro pesado. ─Y yo creí que porque era extranjero me había ganado el premio gordo ─se quejó para sí mismo─. Mierda, realmente es mejor mi vibrador.
El pelilargo se mordió el labio inferior. Se sentía un poco culpable por herir el ego de su acompañante, pero no podía evitarlo. Simplemente cuando un hombre no cubría aquél especial requisito tan importante para Eddie, éste enloquecía.
Caminó hasta el bolso que había llevado con él a la fiesta de esa noche (donde había tenido lo que creyó que podía llamar suerte al conocer a ese lindo extranjero que acababa de salir echando humo de la habitación de hotel), en el cual guardaba lo que era calificado por sí mismo como "botiquín de emergencia", para casos como estos, el cual contenía un dildo rosa y un vibrador del mismo color, los cuales medían aproximadamente veintitrés centímetros cada uno, más una botella de lubricante.
Se encogió de hombros y se tiró en la cama, dispuesto a resolver por sí mismo aquel problema que el extranjero le había ocasionado con besos, pero no había sido capaz de resolver con su pija.
Era un poco patético, él lo sabía, pero simplemente no podía evitarlo. Él era así y no recordaba un momento de su vida en el que haya aceptado que el miembro de su acompañante midiese menos de veinte centímetros, simplemente era su gusto, su filia. Adoraba las pijas grandes... y era vergonzoso, pero no podía repararlo.
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─Theo, por favor, estás llamando mucho la atención.─ murmuró Eddie, enterrando cada vez más la cabeza en su plato, notando que las personas que los miraban raro a causa de la escandalosa risa de su mejor amigo eran cada vez más.
─P-pero, Eddie... ─El rubio se tomó un momento para respirar profundo y limpiarse las lágrimas ocasionadas por la risa─. ¿Cómo mierda quieres que me quede callado después de lo que acabas de contarme? ¿Eh?
─Deberías tener en cuenta que fue muy vergonzoso para mí.
─En serio creí que habías obtenido una buena cogida al ver la cara de felicidad con la que te fuiste de la fiesta con ese chico ─admitió el rubio, llevándose un par de papas fritas a la boca.
─Pues no ─gruñó el pelilargo, removiendo las verduras en su plato sin intención de llevárselas a la boca.
─Sigo sin creer que le hayas echado de la habitación medio desnudo solo por el tamaño de su pene ─murmuró el ojimarron con una gran sonrisa en el rostro.
─Sabes que soy exigente con ese tema ─susurró Eddie con las mejillas rojas.
─En serio, amigo, en tu cumple te voy a regalar un viaje a Africa con todo pagado. Sería el paraíso para tu exigente culo ─repitió Theo con burla, pues no era la primera vez que decía algo así.
Eddie se limitó a mirarlo con odio y seguir comiendo.
─Escuché que Méndez la tiene grande ─comentó de repente, llamando la atención de Eddie.
