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Terminé de ponerme mis coderas y rodilleras, por lo que empecé a buscar a verificar que el resto las tuviera bien puestas.
Vi que Junyeong estaba teniendo problemas con las coderas, por lo que me acerque a él: — déjame ayudarte.
El me miró y asintió. Corregí la forma en la que se lo ponía y alcé los pulgares para indicarle que ya estaban bien.
— espera. —me dijo antes que pudiera dar un paso. — conseguí esto
Mire donde su mano señalaba, y logre ver unos tenis, lucían usados, pero se encontraban en buen estado.
— Decidí guardarlos para ti, ya que podrías resbalarte al empujar y estar en medias, por lo que te caerías. —al ver que no decía nada, volvió hablar. — Espero sean de tu talla.
— Gracias, Junyeong. — dije, y caminé un poco hasta llegar a un lado de Suhyeok.
Suhyeok estaba concentrado alistando los protectores en su cuerpo, así que yo empecé a ponerme los tenis.
— yena, si me muerden o me ves en peligro, prométeme que no iras a mi rescate, tú debes mantenerte a salvo. —dijo sin mirarme, ya que seguía alistandose.
Yo quedé mirando un punto muerto sin entender. ¿Que pasaba por su mente?
— Primero que nada, no te van a morder, deja de atraer esas cosas. —masculle. — segundo, al único que le prometo cosas es a Cheongsan.
— prometiste aceptar ser mi novia al salir de aquí. —dijo pausando sus acciones, pero aun sin mirarme.
— bueno, entonces, desde este segundo soy tú novia. —dije amarrando el cordón que me faltaba para tener los zapatos listos. Gracias a Dios los tenis eran de mi talla.
Suhyeok miró al instante en mi dirección, y yo le sonreí.
— Lee- —antes de que pudiera hablar, le interrumpí dejando un corto beso en sus labios.
— no reniegues, ahora somos novios.
El se me quedo mirando fijamente con la boca entre abierta.
— ¿Qué?
— ¿me das otro beso?
Reí tímidamente, pero antes de poder responder o acceder, el dijo: — olvídalo.
Sus labios chocaron contra los míos, y acaricio mi mejilla tiernamente.
— mejor si te los doy yo.
— ¡Cheongsan, Cheongsan! —gritaba Daesu abrazando con fuerza a mi hermano, quien trataba de librarse de los brazos del otro. — ¡Suhyeok es amigo, no enemigo!
Reí al ver a mi hermano soltarse bruscamente de Daesu: — ¡No estoy enojado!
— ¡Claro que sí! Parecías un padre cuando ve a su hija hablar con un niño por primera vez. —Declaró On-jo ante la situación.