Capítulo 10.

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Capítulo 10.




Me quedé confundida por lo de Peter. Decidí ir a buscar a Caspian, según Peter estaba afuera. Mire por la ventana de la habitación de Caspian y le ví. Estaba sentado en la hierba mirando como se ponía el sol. Bajé hasta donde estaba y me senté a su lado.

—Hola.

—Hola, _____.

—Quería pedirte consejo —me miró curioso—, so.sobre una cosa —me puse nerviosa.

—¿Sobre qué? —me preguntó con una sonrisa.

—Bue.bueno...ya sabes...yo...osea que... —empecé a tartamudear—. A ver que me.me gusta alguien y pues... bueno... tú le conoces... y he pensado que me podrías dar... no sé e...algún consejo sobre él —le dije. Él estaba un poco confuso, pero me entendió.

—¿Estás diciendo que te gusta alguien, que yo le conozco y que quieres que te de consejo? —me preguntó.

—Sí, es eso —le dije soltando el aire que había retenido.

—Bueno, antes tendré que saber quién es el afortunado de ganarse tu corazón —habló divertido el de cabellos azabache.

—No te pases, nadie se ha ganado mi corazón, sólo que me atrae —le señalé con el dedo mientras reía, signo del nerviosismo.

—Bueno vale —levantó los brazos—, dime quién es.

— Es... —tomé aire y me armé de valor—... Peter.

Tenía las cejas levantadas y una expresion de sorpresa en su cara.

—Di algo —le rogué. Él solamente soltó una risita—, ¿de qué te ríes?

—De lo que me has dicho —contestó sonriendo—. Venga, dime quién es de verdad.

—Ya te lo he dicho —él me miró ahora con una confesión confusa.

—¿Enserio? —yo asentí—. Vaya, nunca lo hubiese imaginado.

Los dos miramos al horizonte y nos quedamos en silencio.

—Lo único que te puedo decir de Peter es que es muy cerrado, no se abre a la gente, y lo comprendo pero, te va a ser difícil —me dijo acaricien mi hombro.

—Gracias por los ánimos —le dije sarcástica.

—Enserio, _____, si logras entrar en el corazón de Peter te le habrás ganado para siempre, lo único que hay de por medio es la barrera que tiene para protegerse y que nadie le haga daño.

Lo entendía, yo antes también tenia esa barrera, pero ahora de la única manera que me hacen daño es haciéndoselo a gente a la que quiera. Como mi hermano, Caspian... y ahora también Peter, Susan, Lucy y Edmund.

Le di las gracias a Caspian y nos abrazamos, me levanté y me metí dentro del castillo. Iba a mi habitación, quería dormir, estaba muy cansada.

Entré y me metí en la cama. Era cómoda y calentita, algo bueno.
Apagé la vela que había e intenté dormir un poco, había sido un día agotador. Me quede pensando en lo que había pasado con Peter. ¿Por que se habrá puesto así cuando le dije lo de Caspian?

Pensando en eso me quede dormida.

Al día siguiente...

Me desperté por los rayos de sol que entraban por ese gran balcón de la habitación. Me desperecé y bostecé. Soy muy dormilona, lo admito.
Me levanté y entré al baño. Me miré al espejo, tenia pelos de loca. Cogí un cepillo que habia alli y me peiné un poco.

Me vestí con unos pantalones marrones oscuro, una camisa blanca y unas botas marrones, me deje el pelo suelto. Salí del baño e hice la cama, recogí un poco la habitación y salí al balcón a tomar el aire.

Se sentía bien, el aire frio chocando contra mi cara. El sol estaba saliendo, no sabía que hora era pero por el sol supongo que seran las 8.00am o así.
Bajé la mirada y me encontre con algo que me sorprendió. Vi a Caspian y a Susan besandose.

Estaban tan monos juntos, me encanta la pareja que hacen.
Me reí y bajé a desayunar. Lucy estaba en la cocina desayunando.

—Hola Lucy —le dije sentandome con ella.

—¿Quieres leche con tostadas? —me preguntó la pequeña en modo de saludo, asentí y me sirvió.

—Gracias —me sonrió y yo a ella— ¿Y los demás?

Narnia: El Retorno Helado. Peter Pevensie (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora