La bibliotecaria sexy

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(Por: Christopher)


—¿Estás seguro de que no quieres que hable con el profesor? Siempre llevas tu guitarra a la escuela. Él entendería. 

—Solo será un trimestre, papá —insiste Adrian—. Y voy a seguir tocando fuera de la escuela. 

El señor Ponce mira mi camioneta con preocupación y puedo ver su lucha silenciosa por dejar ir a su hijo una vez más. 

—Está bien. Mucha suerte a los dos.

Se aleja con los hombros caídos y siento sus ojos siguiéndonos mientras conduzco a la escuela. A veces creo que es como pasar un examen de manejo diario, pero Adrian es mi mejor amigo y no puedo abandonarlo. 

—Esto va a ser divertido —murmura él cuando estacionamos. 

En el puesto de al lado puedo ver a Rodrigo bajando de su auto. 

—Hey Rod, ¿cómo va todo? —Saluda Adrian.

Él se encoge de hombros mientras nosotros bajamos y me acerco para admirar lo que ha hecho con sus brazos. Lleva tres tatuajes en el derecho y cinco en el izquierdo, igual que Leandro, a quien le toca interpretar.

—Los tatuajes apestan —dice él tamborilleando sobre su capó, un hábito común de baterista—. Tengo que volver a ponérmelos cada tres días y tener cuidado al bañarme. 

—Se ven reales —murmuro.

—Esa es la idea —gruñe—. Los veré luego. 

Se aleja, todavía maldiciendo en voz baja y dando golpecitos nerviosos.

Conforme avanzamos, me doy cuenta de que soy uno de los pocos que están tranquilos con su papel. A mi mejor amigo todavía se le nota mucho la falta de Sissy, su guitarra. 

El resto del día lo paso intentando identificar a cada chico de la clase sin leer sus tag.

Algunos son fáciles, como Natalia que lleva un mechón blanco igual al de Leslie; pero otros son casi imposibles de diferenciar, como Giselle de Karla, que son amigas.

Unas horas después, Marcos se nos une en la clase de Matemática al final del salón porque según el proyecto, somos amigos. Adrian y yo intentamos no rodar los ojos. Marcos es uno de los "cerebritos", así que apostaría que no será divertido. 

—Se supone que me siento aquí en esta clase —dice dejándose caer frente a nosotros—. ¿Cómo les va?

Cruzamos una mirada antes de encogernos de hombros. 

—Se supone que somos muy populares así que no hay nada que no podamos hacer.

—Hay cosas que no podemos hacer —replica él muy digno revisando una carpeta llena de anotaciones. ¡El tipo ha hecho diagramas y mapas mentales!

—¿Ah sí? —Adrian también está mirando sus apuntes, intentando no estallar en carcajadas. De alguna forma, sé que está recordando a Marissa.

—Lindsay y Bruno acaban de recibir detención porque se besaron en el pasillo. Se supone que ellos son Anna y tú —me mira como si fuera mi culpa—. No pueden hacer eso. 

Ellos se besaron...lo que significa que yo había besado a Anna. Ajá, ahí lo tienen, he besado a una chica. Vamos, no sean escépticos, la intención es lo que cuenta. Todo está en la mente.

—¡Besaste a Anna! —Grita Adrian, encontrando la excusa perfecta para reírse.

Marcos nos mira como si fuéramos tontos por encontrarlo gracioso, pero eso solo hace que Adrian y yo nos doblemos de la risa. No puedo creer que hayamos pensado en lo mismo.

Camina al INFIERNO en mis zapatosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora