Y.
Estaba solo, no me acompañaba mas que el silencio y esos pensamientos que nos torturan en la tranquilidad.
No se porque, pienso en la paz como un arma, una espada de doble filo que anhelo en medio de la tormenta pero al pasarla daría cualquier cosa con que esa calma fuera humedecida con alguna otra.
Me encontraba en un pupitre en medio de un salón blanco, sin esquinas ni final y sin ningún tipo de olor ni sabor, en medio de mi desesperación me aventure a probar el piso y pensé encontrar en mi gusto algo para nada agradable. En medio de todo este acto me sentí observado, me voltee y note que había alguien sentado en la parte de al frente de "mi" escritorio.
Me acerque deprisa y olvidaba que a las personas hay que observarlas antes que verlas, sin fijarme en su apariencia pregunte.
-quien eres tu? Que hago aquí? Porque no me hablas?
Enfoque mis cristales de nuevo y note que era un hombre totalmente blanco, semejante a un muñeco de prueba de esos que usan para probar los accidentes, sin rastros de ojos o boca y ademas tenia una letra "Y" roja en su frente.
Dirigí mi mano a mi cabeza y me rasque como de costumbre al no entender que sucedía, me asuste un poco pero el temor desapareció en cuanto "el" se puso de pie, señalo su pecho y trazo una línea media hacia el mío, sentí una especie de calor y su esencia me invadió hasta la medula y al fin algo interrumpió el silencio.
Una voz...
Una voz en mi mente, no era la misma que usamos cuando escribimos algo para alguien o esa fastidiosa que hacemos en nuestras mentes cuando hablamos de alguien que no nos agrada, era la voz de "Y".
-Te daré un regalo, Dijo.
-Cual!? Exclame sorprendido.
- Te mostrare de que puedes estar arrepentido.
No entendí muy bien y lo enfrente.
-Y como será eso?
-Como tu quieras que sea... Dijo "Y".
