Cuando Jungkook despertó, se sorprendió al darse cuenta de que había alguien más durmiendo a su lado. Esa mota de cabellos rubios estaba allí, recordándole que anoche Jimin había perdido las llaves de su departamento.
Sin poder llevarlo a la casa que compartía con su hermano Yibo, sabía que Jungkook sabía que este lo mataría si veía que Jimin estaba ebrio. Intentó pedirle a Hoseok que se hiciera cargo, pero este solo lo miró mal y le dijo: "Tú eres su novio, es tu deber". Yoongi había desaparecido según Nam, quien mencionó que se había ido a dormir, y este... Namjoon estaba muy ocupado con una tal Soojin.
Con una pequeña mueca, Jungkook se removió con sumo cuidado para no despertar al menor. No quería tentar a la muerte; sin embargo, no resultó. Jimin murmuró algunas cosas por lo bajo y, de un momento a otro, se encontraba abrazado a su cuerpo con fuerza.
— Quiero leche de frutilla… con Coco —balbuceó Jimin en un estado de semiinconsciencia.
— ¿Park? —murmuró Jungkook, frunciendo el ceño al oírlo.
— Alishia no sigas al conijo… te mátala —bostezó Jimin, pegando su rostro al pecho del pelinegro— Corre… pastel, dame pastel.
— Jimin…
— Mm… me duele el trasero… —murmuró el rubio, aún medio dormido.
— Oye, en verdad necesito ir al baño —susurró Jungkook mientras acariciaba los suaves cabellos rubios del menor— Jimin.
— Hambre… tengo hambre —murmuró Jimin entreabriendo sus ojos con dificultad.
Jungkook observó divertido cómo el rubio se sentaba con una pequeña mueca en su rostro, pareciendo completamente desorientado. Jimin frotó uno de sus ojitos, viéndose tan malditamente tierno a los ojos del pelinegro. Luego de eso, bajó de la cama y caminó sin equilibrio alguno hacia la puerta mientras daba golpecitos en su pancita y murmuraba algo que Jungkook no lograba entender muy bien.
Sin más que hacer, Jungkook se levantó rápidamente de la cama y camino directo al cuarto de baño de la habitación. Se ducharía para despejarse un poco y luego bajaría para asegurarse de que el menor aún respirara y no hubiera desaparecido en medio de sus delirios matutinos.
[...]
— Oye, aún tienes hambre — Jungkook calló, la pregunta suspendida en el aire entre ellos.
Observó a Jimin sentado a la mesa, un pequeño oasis de caos matutino. Una bolsa de papas fritas, ligeramente arrugada, descansaba junto a una taza de café a medio terminar, su superficie mostrando un tenue velo de crema fría. Dos tostadas, con los bordes ennegrecidos por el fuego, estaban cubiertas con una fina capa de mermelada de frambuesa, su dulzor contrastando con el aroma a café quemado. Un vaso de agua, casi vacío, completaba el cuadro.
Taehyung lo mataría por esas papas fritas. Eran sus Ruffles con sabor a queso cheddar, y Jungkook sabía lo mucho que Taehyung disfrutaba cada crujido.— No había mucho que hacer — Jimin suspiró, la voz teñida de un cansancio fingido— Agradece que soy considerado en esta vida y te hice el desayuno, no todos lo hacen. Mira — mostró su dedo índice, apenas rozado por un imperceptible corte— Para que veas el gran sacrificio que hice por ti.
Jungkook sonrió, una sonrisa tensa, y tomó asiento, dispuesto a desayunar con él. Un error que pronto lamentaría.
— ¿Qué le pusiste al café, Park? — preguntó Jungkook, devolviendo la taza a la mesa con un gesto sutil de desagrado. El café tenía un extraño regusto metálico.
— Café… y ¿azúcar? — murmuró Jimin, la inseguridad evidente en su tono.
— ¿Qué clase de azúcar? — Jungkook frunció el ceño, la sospecha creciendo en su interior.
— ¿Hay más clases de azúcar? — Jimin arrugó la frente— Esa — señaló un tarro gris, su etiqueta desgastada y casi ilegible.
— Eso es sal — Jungkook tomó el vaso de agua, dándole un sorbo para enjuagarse el mal sabor de boca.
— Por eso el mío sabía tan mal — asintió Jimin, la comprensión iluminando su rostro.
— ¡¿Qué carajos?! — exclamó Jungkook, la incredulidad pintando su expresión.
— También le eché sal — dijo Jimin con una pequeña mueca, encogiéndose de hombros como si fuera lo más normal del mundo.
— ¡¿Por qué?! — Jungkook estaba estupefacto.
— ¡Creí que era azúcar! — se excusó Jimin, su voz un susurro.
— ¡¿Por qué le echas azúcar al agua?! — Jungkook exigió una respuesta, la paciencia agotándose.
— ¿Por qué no? — preguntó Jimin con un pequeño puchero, sus ojos inocentes pero culpables.
En ese momento, Jungkook sintió que la paciencia se le escapaba como arena entre los dedos. Las ganas de asfixiarlo con un cojín eran abrumadoras.
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SOY TU CITA|• KOOKMIN
General FictionRealmente Jeon Jungkook jamás imagino que al llegar al lugar acordado, la persona que lo había contratado no era una linda chica como de costumbre, sino un adorable chico que no era lo que aparentaba. ________________________________________________...