Dulce y Linda deja de reír para mirarme mientras subimos al ascensor.

—Antes irte a las cuatro de la mañana era suficiente para ti —me dijo Linda mientras me muerdo mi labio y bufo —. Claro después de que Alex te comentara sobre tu acenso.

Realmente ese comentario me indigna y llevo mi mano al pecho. Perras, pero aun así las amo.

—Son unas traicioneras de mierda —ambas se encogen de hombros sin darle importancia —. Es normal que después de recibir una oferta de acenso, quiera cuidar mi reputación —afierme un poco molesta.

—Si, como digas —Dulce masajea su cabeza y Linda bebe un trago de su bolso con algunas píldoras para aclarar su mente.

—Amanecieron de fiesta y vienen a trabajar como si nada —las regaño y el ascensor se abre dándonos la bienvenida a nuestro piso número seis de Administración.

—Estamos acostumbradas —simplifica Dulce y nos miramos las tres.

—A destruir todo a nuestro paso —decimos las tres al mismo tiempo y la chocamos.

Sonreímos y cada quien se dirige a su puesto de trabajo.

Suspiro con fuerza. Las voces comienzan a escucharse fuerte. Hombres y mujeres corren de aquí para allá.

La academia donde trabajo es la más privilegiada de toda California. Enseñan casi diez idiomas diferentes. Por ende, es una de las academias con más demanda. Legends.

—Buenos días —saludo a uno que otro compañero y compañeras del trabajo, hasta que llego a mi escritorio enfrente de la oficina de mi jefe.

«Alex Croff»

Alto, sobre todo sexi para muchas de aquí, amable y simplemente el mejor jefe que puedo tener.

Comienzo a guardar mis cosas en cuanto la alarma señala el comienzo de las clases. Es un pequeño letrero con letras de luces que se enciende en verde a las nueve de la mañana que comienza la jornada de clases y se pone la luz roja a las cuatro de la tarde que finaliza las clases.

Las computadoras se encienden y teléfonos comienza a recibir llamadas mientras que muchas voces comienzan a sonar más fuertes.

—Academia Legends, en que podemos ayudarle —respondo de inmediato y una señora me responde amable que desea aprender Italiano. —Claro que si, querida. En seis meses con el curso intenso podría hablar italiano la perfección.

—Muchas gracias señorita. Es que mi Richard y yo cumpliremos cincuenta años casados y deseamos viajar a Roma. —Me dice alegre y me llena de ternura —. Así que ambos tomaremos la clase, espero que no les importe enseñarles a dos viejos de setenta años.

Se ríe y yo la acompaño.

—Claro que no nos molesta, Ross. —Recuerdo su nombre en los datos —. De echo pueden empezar cuando cancele su primer mes y inscripcion. Y les mandaré los detalles, por el correo electrónico.

Ella me entrega la información y me rio cuando me dice que usará el correo de su nieta, pues no sabe nada de eso, pero ella se los dejo en la computadora que apenas usan.

MI NECESIDAD OSCURA [EN EDICIÓN]Onde histórias criam vida. Descubra agora