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Unos tienen un don, mientras que otros solo tienen mucha calentura 

ADA.

Ay no.

Reiv.

Acababa de paralizarme en la entrada de mi segunda clase del primer día, porque a través de las paredes de vidrio podía ver que él estaba ahí.

En mi mente empezó a sonar esa canción de Maye, en la parte de: «amor eres túúú, ninguno como túúú».

Sentado en una de las mesas, usaba su celular mientras esperaba a que la clase iniciara. Vestía un pantalón chino color gris pizarra y un jersey gris. Elegante pero simple, pero también misterioso. El cabello desordenado sensualmente. De perfil era incluso más atractivo con su nariz recta, sus hombros relajados, y la forma en la que se mordía el interior del labio inferior en un jugueteo distraído.

¿Qué me estaba diciendo el universo?

Algo tipo: «no solo tendrás que verla a ella y sentirte en peligro, sino que también tendrás que ver a tu eterna tortura pasional y prohibida en una clase cada semana».

Me querían empezar a temblar las piernas.

Maldita sea. Era demasiado débil si se trataba de él.

BASTA. Me di una cachetada mental. ¿Qué demonios me pasaba? Tenía que dejar la estupidez y caminar con seguridad a tomar un lugar. Yo no era una tonta nerviosa. No era posible que siguieran pasando los años y Reiv me alterara así como una adolescente con las hormonas al mil por ciento.

Tomé aire y entré al aula.

Mi voz mental me habló: «Relajada. Camina relajada. Eso, sostén tu mochila con un brazo. No mires a nadie. Menos a él. Eres Ada Cash, luces magnífica solo respirando. Al menos tienes eso a tu favor. Sí, sigue. Tu cara de culo impedirá que alguien se dé cuenta de que estás aguada en partes que no debes mencionar. Camina así. ¿Eh? Espera. ESPERA, ¿por qué vas directo a pasar junto a él? ¿POR QUÉ DE TODAS LAS FILAS ACABAS DE IR EN DIRECCIÓN A ESA? ¿QUÉ TUS PIERNAS NO PUEDEN IR HACIA OTRO LADO?».

Cuando salí de mi voz mental, resultó que sí, estaba a punto de pasar junto a su mesa, y la suerte es tan mierda que antes de ir al fondo de la fila, él alzó la mirada.

Como si sus ojos tuvieran un poder dominante, me detuve.

Quedé ahí parada, cara a cara con Reiv. Él, sentado, un poco confundido. Yo, quieta, con el mundo dando vueltas alrededor de una forma surreal porque toda su atención estaba sobre mí.

No le hables. No le hables.

Solo camina. No le hables.

Ada, solo sigue.

NO.

LE.

HAB...

—Hola —salió de mi boca, entre rápido y sin pensar—. Wow, tu cabello está más largo.

Dios mío, somos estúpidas.

—Y el tuyo está más corto —dijo él, notándolo.

—Sí, ¿qué te parece? —volví a soltar sin pensar.

Olvídenlo. Somos patéticas.

La confusión en sus cejas desapareció. Reiv emitió una risa tranquila, de esas que son como aire botado por la nariz.

—La Ada que conozco no espera que a los demás le gusten sus elecciones, pero está bien —se limitó a responder, y entonces pasó a mirar su celular para concentrarse en deslizar el dedo por su pantalla.

Uno de nosotros va a morir © [Perfectos Mentirosos 2da Generación]. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora