d i e z.

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El peliverde no tardó en abrir sus ojos gracias al incesante sonido fastidioso que llegaba a sus oídos, a medida que se fue haciendo más claro se dió cuenta de que se trataba de su tono de notificaciones, indicándole que alguien le escribía sin parar. Palmeó los bolsillos del gran suéter hasta encontrar al causante de aquel alboroto y lo silenció sin siquiera mirar las notificaciones. Suspiró restregando su cara al tiempo que un somnoliento rubio a su lado estiraba sus brazos bostezando.

Izuku no se había percatado del porqué de su extraña comodidad hasta que prestó atención al otro sonido incesante que no dejaba de escuchar su oído izquierdo, el latido rápido de un corazón.

Levantó su cabeza y se incorporó al instante al examinar la posición en la que se encontraba anteriormente, su cabeza estaba apoyada en el pecho del más alto, quien le sostenía con una de sus manos por la espalda para mantenerlo unido a su cuerpo. Abrió los ojos de manera desmesurada y un sonrojo imposible de ocultar se hizo presente.

-¿Ya despertaste, sabelotodo? -preguntó jocoso el cenizo, restregando sus ojos para luego mirar fijamente al menor.

-¿C-como llegamos a dormir así? -cuestionó dudoso, mirándolo fijamente.

-Oh, te quedaste dormido sobre el escritorio cuando tomaba los últimos apuntes de las reacciones químicas. -respondió sin mucho alboroto.- Luego de acostarte me di la vuelta pero me abrazaste, así que supuse que tenías frío y no quería romper el contacto.

-Ah si, que generoso eres. -respondió sarcástico Izuku, enfatizando sus palabras con sus ojos entrecerrados.

-¿Acaso dudas de mi? -preguntó, tocando su pecho simulando estar ofendido.- ¿Por qué motivo te mentiría?

-Porque querías abrazarme desde el inicio pero no querías admitirlo, quizás. -se encogió de hombros orgulloso, intentando no reírse.

-Idiota, si quisiera un abrazo tuyo solo me acerco y ya, no tendría que esperar a que durmieras para hacerlo. -se burló el mayor, rodando los ojos.

En un rápido movimiento jaló al menor del brazo y lo apretó entre sus brazos, haciéndolo reír y, por consiguiente, que empezara a moverse para intentar zafarse del agarre.

-¡Suéltame, te voy a golpear! -lo decía intentando expresar su descontento, pero las risas y felicidad que desprendía su tono de voz era imposible de ignorar.

El rubio solo siguió haciéndole cosquillas hasta quedar de nuevo debajo del peliverde, viendo cómo el menor solo sonreía con sus mejillas sonrojadas y su pelo desordenado, intentando aferrarse al mayor apretando sus pequeñas manos en un puño sobre la tela de su camisa; sin duda la mejor vista para Katsuki era aquella, viendolo por primera vez tan despreocupado y natural.

Acto seguido, el menor se dejó llevar por sus instintos y gateo unos cuantos pasos hasta lograr esconder su rostro en el cuello del cenizo, aspirando su olor tan pristino y suspirando por aquella cercanía tan maravillosa que tenía hacia el mayor en ese momento. Este, dejando que restregara su naricita por toda aquella zona, comenzó a acariciar la espalda de Izuku con sus dedos indice y medio, dibujando pequeñas líneas y círculos mientras suspiraba. No pudo evitar sonreír, le daba mucha ternura el simple hecho de que Izuku se comportara de esa manera aún siendo tan tímido algunas veces.

-No quiero levantarme, pero siento que si veo la hora lo tendré que hacer. -dijo, suspirando en el cuello del mayor.

Tomó su celular que descansaba en su mesita de noche y prendió la pantalla del dispositivo, en efecto, faltaba menos de una hora para que empezaran sus clases.

-Asi es, idiota. -confesó disgustado el cenizo, ahora posando sus dos manos en la espalda del menor. -Si fuera por mi, me quedaría así por horas.

-Yo también, me siento... cómodo. -terminó admitiendo el menor, bajando la voz e intentando voltear su rostro por la vergüenza que sentía en ese momento.

Cool Kids| k.dDonde viven las historias. Descúbrelo ahora