Delectable - VioletteShadow

Episodio 5

Severus mantuvo los oídos bien abiertos mientras caminaba, sin negarse a sí mismo que estaba escuchando cualquier indicio de que cierto príncipe y su perro callejero estaban fuera y por caminar en el campo. Tenía dos rollos de canela pegajosos extras, recién salidos del horno y calentando su bolsillo, envueltos en papel encerado para proteger su jersey. El día anterior no había acudido al joven príncipe y esperaba que la golosina de hoy no se desperdiciara como lo había hecho el pequeño brioche relleno.

Un ladrido lejano y alegre hizo que Severus cambiara de rumbo ligeramente y estaba sonriendo incluso antes de doblar una curva en el camino ante él, ya que escuchó la alegre risa de Harry haciendo eco claramente en la fresca mañana. Perro y chico no estaban a lo largo de los campos este día, sino que caminaban por el bosque sin seguir ningún camino que Severus pudiera ver. El grueso pelaje negro del perro estaba lleno de zarzas y algunas incluso habían establecido su residencia en el cabello igualmente desordenado de Harry. Severus se preguntó por su preocupación por el joven. Si intentara analizar qué es exactamente lo que lo atrajo tanto, no podría encontrar una respuesta adecuada. Sin embargo, a pesar del enigma de su propia atracción, casi todo sobre el chico lo atrajo como una polilla a la llama.

El perro vio a Severus primero y su ladrido feliz hizo que Harry mirara hacia arriba y encontrara al hombre mayor. Una amplia sonrisa apareció en su rostro y gritó alegremente—¡Severus! —.

—Hola, Harry—Respondió Severus, luego inclinó la cabeza hacia el perro—Buenos días, Canuto—.

Metiendo la mano en un bolsillo, uno que no contenía pasteles calientes, sacó un hueso que había guardado del estofado que uno de los otros concursantes los había preparado para cenar la noche anterior. Algunos de ellos estaban empezando a probar suerte en la vieja cocina con resultados mixtos. Severus solo esperaba que la mansión tuviera un buen seguro contra incendios si Fudge y Luna intentaban cocinar juntos de nuevo.

—¿Está bien si le doy un hueso de cordero? —Le dijo a Harry, incluso cuando el perro vio la golosina y se acercó brincando a sus pies como un cachorro ansioso.

Harry se rió entre dientes—¿Tienes la compulsión de alimentar a todos los que te rodean? Sí, adelante, hazle el día—.

Severus arrojó el hueso y el perro callejero fue a buscarlo ansiosamente. Cuando Harry se acercó a Severus, sacó uno de los bollos grandes y pegajosos del bolsillo de su jersey.

—Admitiré una leve compulsión, pero se aplica a unos pocos muy selectos, te lo aseguro—Ronroneó mientras desenvolvía y le ofrecía el dulce a Harry.

Los ojos del joven príncipe se iluminaron al ver el reluciente rollo, la formación de hielo ligeramente empañada por las envolturas de papel encerado y todavía humeando en el aire fresco de la mañana. Los ojos se conectaron con el hombre más alto, Harry se inclinó hacia adelante en lugar de extender la mano, y dio un gran mordisco, untando un glaseado blanco sobre los labios y la barbilla, haciendo que sus mejillas se abultaran y masticó la masa escamosa.

—Tú, mi querido Harry—Severus murmuró sombríamente—Eres una amenaza—.

Sostuvo el bollo en los labios de Harry antes de que terminara de masticar. Y Harry, perfecto como era, dio otro mordisco al instante, con la boca llena y brillante. Sus ojos verdes brillaron y Severus se obligó a mirar hacia otro lado y respirar para estabilizarse. Deseó que la competencia no fuera un mal necesario porque se retiraría en un instante si solo tuviera la oportunidad de besar esa boca.

Finalmente, sintiendo que sería capaz de controlar sus reacciones, al menos en cierta medida, Severus volvió su atención al ver a Harry lamiendo el glaseado de su boca. Ni siquiera parecía que lo estaba haciendo para ser provocativo. Parecía que estaba persiguiendo legítimamente cada gota de azúcar que decoraba su rostro. Severus cerró los ojos momentáneamente—Una amenaza absoluta—.