Capítulo 7

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Capítulo 7

Había salido corriendo de la habitación como un jodido marica. No era posible que un chico me hiciera eso a mí. Nunca nadie jamás en toda mi vida había provocado semejante comportamiento en mí y estaba tan extrañado por mis acciones que de regreso a casa tuve que conducir con una jaqueca terrible.

Al entrar a mi departamento, me desnudé por completo, abrí las llaves del jacuzzi y me metí para intentar disolver mis problemas. Sin embargo, eso no ayudó para nada. No podía dejar de pensar en nuestro beso. Solo había sido un puto beso, el problema es que yo tenía bastante tiempo sin besar a nadie. Es cierto que a veces mordía a los chicos en los labios o lengua pero creo que eso no podía compararse con el extraño acto de juntar los labios con los de alguien más y moverlos en sincronía. Un beso, un jodido beso estaba haciendo añicos mi cordura.

Harold se estaba convirtiendo en mi adicción. Ya no podía imaginarme cómo era el sexo con nadie más, todas y cada una de mis fantasías estaban sujetas a su pequeño cuerpo, sus rizos rebeldes, sus ojos profundos.

-Mierda — susurré y salí del baño. Aún con la piel mojada y el cabello chorreando me puse la ropa interior y me dejé caer sobre mi enorme cama. Di vueltas por unos minutos, miré el reloj. Eran casi las seis. ¡Genial! Ni de coña iría temprano al trabajo al otro día, pero por algo era el jefe. Prendí un cigarrillo, leí un poco e incluso bajé hasta mi cocina para hacerme un té pero nada servía. Mientras más intentaba dormirme, más aparecía Harold en mis pensamientos.

-Qué te den, maldito — pensé mientras una imagen de él a punto de correrse llegaba a mi mente. Me encantaba. No podía evitarlo y mientras más pronto lo aceptara, más pronto se me pasaría el gusto por él. No era como si me estuviera enamorando de él o algo así, era sólo que su culo era mi favorito del mes...eso y nada más.

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Desperté por una llamada en mi celular, me revolví perezosamente en las sábanas y palmeando hallé mi teléfono. No me fijé qué número era, solo contesté.

-¿Diga?

- ¡La puta! ¿Tú dormido? ¿Ya viste la hora que es, maldito zángano?

-¡Qué te den por el culo, malparido! — respondí roncamente a la conocida voz que había perturbado mi sueño.

Nick soltó una carcajada.

-¿No será que estuviste fornicando hasta el alba y por eso te olvidaste que teníamos una cita para ir a comer a las 3 en "The Ritz"?

Miré rápidamente el reloj solo para constatar que eran casi las cuatro de la tarde. Me había olvidado de Nick.

-Espérame ahí, llego en menos de 30 minutos. No te embriagues — colgué.

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Caminé hasta donde el trajeado que bebía un whisky y estaba sentado de espaldas y le susurré sin que se diera cuenta de mi presencia.

-Ya llegué, cerdo maldito.

-Estaba a punto de largarme. Una hora es demasiado como para que te espere — respondió Nick mientras con la mano llamaba al camarero.

-La perfección requiere de tiempo — dije sonriente mientras levantaba una ceja.

-Debiste demorarte más, aún se te ve lo hijo de puta desde el cielo — murmuró divertido y suspiró — hay una cosa muy divertida que debo decirte.

-Te escucho — contesté con seriedad.

-Hace un par de días fui a tu putero favorito — comenzó con una sonrisa macabra.

Ashes [AU: Larry Stylinson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora