Los viejos patines, amarrados desde los cordones al picaporte de una puerta, colgaban allí, algo desgastados por el tiempo. Jaemin no podía dejar de mirarlos.Nevaba en el exterior de la cabaña, las luces de la ciudad podían verse si hacías el intento de expiar por entre las copas de los árboles.
El tiempo se había detenido.
Pero seguiría corriendo por la mañana. Hoy, solo tenían una noche.
¿Qué lo había impulsado en primera instancia a ir completamente solo hacia allí?
Le aterraba pronunciarlo en voz alta.
Creía que se trataba de un sentimiento del que hablaban en las películas y en los libros, pero al cual jamás había escuchado nombrar. Era esa mezcla entre querer avanzar y mantenerte esperando a que el pasado te volviese a tragar.
Por supuesto, algunos días, Jaemin ni siquiera pensaba en los recuerdos de su juventud. Es decir, a sus veintiocho años aún era joven, pero sus 20s se sentían tan lejanos. Le envió un mensaje a su madre y otro a Mark. El corazón dolió cuando se obligó a rehusar la llamada entrante de su novio. Una pequeña porción de plata brilló desde el dedo anular. Dios, era un pésimo prometido. No. Se dijo. Tienes que hacer esto para avanzar de una vez por todas.
Desató los cordones de los patines y los dejó caer al suelo. El golpe sordo fue el único sonido en la cabaña que había alquilado por esa única noche. Jaemin esperaba que fuese suficiente. Se dirigió hacia la estrecha habitación y comenzó a desvestirse. La piel erizada por el frío invernal y la nariz sonrojada a causa de lo mismo. Desde su bolso extrajo la camisa que comenzaba a ser un montón de bolitas de felpa. La sostuvo entre sus manos y se la llevó a la nariz, el olor se había marchado hace mucho, pero persistía levemente en la memoria de Jaemin.
Odiaba los estragos de la muerte.
Los huesos fríos que le rodeaban la garganta.
Recuerdos de una mente desmoronada.
Luchar contra el impulso de correr hacia la tormenta.
Luchar por escapar de ella.
Luchar contra ambas sensaciones a la vez.
Así se sentía estar muerto en vida.
Pero él hacía mucho que vibraba con destellos de vida.
Se encontraba feliz.
Y se sentía culpable de ser feliz.
También se enojaba consigo mismo las veces en que, desesperado, ardía por recordar un momento que comenzaba a ponerse descolorido. Había cosas que el tiempo no borraba con nada; una sonrisa, la sensación de sus besos, el recóndito momento en que se dio cuenta de cuanto le amaba. Otras cosas... como el olor, se habían ido después de dos años.
Esos eran los estragos de la muerte.
Muchas veces lloró a mitad de la noche. Por suerte tenía a Mark. Él siempre estaba allí para recoger sus pedazos en el momento en que se sentía como un jarrón que cae al suelo en un bucle infinito, cada vez más desecho. Pero la culpa por no olvidar era casi tan grande como la culpa que le causaría hacerlo.
Jaemin no olvidaría, ni siquiera si el dolor le mataba entre pesadillas.
Porque para él, sentir tanto dolor significaba que había amado con fervor. Y seguía amándolo, sin importar el tiempo que lo separase de ese amor.
Quizá llegaría un instante, uno que aún se veía lejano, donde su mente se habría desgastado por la vejez y la piel de sus manos, arrugada y frágil, sería tan fácil de rasgar como los recuerdos del primer amor.

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Save tonight
FanfictionÉl lleva una pequeña mariposa azul en su cuerpo y usa una camisa a cuadros para dormir en las noches de tormenta. Vive con su novio, a quien ama. Pero... siempre extrañará el fantasma del primer amor. Si pudieses tener una noche... tan solo una noc...