Extra 5: Sola

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—Los padres de Cloe compraron la cabaña antes de que ella naciera. —Me explicó Miriam mientras me pasaba una taza de café recién hecho—. Ellos venían todos los inviernos y todos los veranos y cuando no estaban, mi familia se encargaba de cuidar la casa y hacer el mantenimiento. Así que éramos muy cercanos.

No pude evitar sentir una pizca de celos ante lo último. Sabía que este no era el momento y me sentía culpable por eso, pero sentí envidia: envidia de que Miriam pudiera decir que era cercana a Cloe. Porque yo nunca pude.

Meneé la cabeza y hundí la nariz en el vapor de la taza para calmarme con el aroma del café.

—¿Cuándo murieron?

Miriam y Elias se miraron un momento, como si estuvieran calculando la fecha exacta.

Recordaba a dos amigas en la secundaria que hacían eso: se miraban como si las dos estuvieran pensando lo mismo. Y me pregunté si algún día tendría una novia con la que pudiera compartir ese tipo de mirada.

—Creo que cuando ella tenía dieciséis —respondió la muchacha.

—Sí, dieciséis —confirmó su novio.

Ella asintió y volvió a prestarme atención y su novio dejó una mano en su pierna en un gesto distraído.

—Murieron en el bosque —dijo ella de repente—. En verano. Bajaron al lago a pescar y en el camino los atracaron. En realidad, los ladrones iban a la cabaña. —Miriam se rascó el labio unos segundos, con la vista en la chimenea—. Donde estaba Cloe sola.

Por mi cabeza se cruzó lo peor.

—¿Entraron a la cabaña?

Miriam negó y su cabello salió de debajo de su bufanda.

—Se resistieron y les dispararon a matar. Escuchamos los disparos desde aquí, así que mi familia subió la colina. Eso debió asustarlos y huyeron.

Pensé en una Cloe más pequeña, de dieciséis años. Ella sola, en la cabaña, y de repente, los disparos. Pensé en cómo se habría enterado de la muerte de sus padres ¿Ella los vio? ¿Se lo dijeron? ¿Quién se lo dijo?

¿Cómo pasas de despertar una mañana con tus padres saliendo a pescar a, unos minutos después, ya no tener padres? ¿Cómo superas la pérdida de dos personas tan importantes al mismo tiempo?

Yo era hija única, como Cloe. Mis padres estaban vivos, pero eran ausentes y yo siempre me sentí sola. Me pregunté si Cloe se sentía así, también.

—¿Qué sucedió después?

—Los atraparon ese mismo día...

—No. Con Cloe. —Me aclaré la garganta— ¿Qué sucedió con Cloe?

—Ah. —Miriam hizo memoria—. Cloe se quedó con nosotros hasta que sus tíos se la llevaron. No recuerdo mucho de esos días. —Me miró de reojo—. Ella lloraba mucho.

—Por supuesto que lo hacía. Tú llorabas cuando te caías de la patineta. —Elias pasó un brazo por los hombros de ella y le sacudió el cabello—. No eres quién para quejarte.

—¡Ay! No me estoy quejando. —Protestó la muchacha mientras intentaba zafarse del agarre de su novio—. No debería decir esto. Pero me sentí aliviada cuando se fue. —Me miró con culpa, como si esperara que yo supiera perdonarla—. Me sentía mal porque nunca sabía qué decirle para hacerla sentirse mejor. Y sabes cómo es ella ¿No? Guarda todo. Pero compartíamos cuarto. Yo la escuchaba llorar.

»Pensé que cuando se fuera, todo volvería a ser como antes. Pero no fue así. Y ella no volvió. —Dejó de pelear con su novio y acabó recargándose contra su hombro—. Sus familia no la dejó volver y la cabaña quedó abandonada. Cuando regresó a los dieciocho años ya no era la misma. Yo era su amiga y no supe estar para ella cuando más lo necesitaba. La dejé alejarse.

Ella sabe que la odio | YA A LA VENTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora