Capítulo 26. "Sofía"

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-Tranquila Michelle, todo pasa por alguna razón... - me consuela Sofía mientras lloro, está acariciando mi cabello. En estos momentos extraño tanto a mi madre, cuando estaba triste me abrazaba, me cocinaba mi comida favorita y veíamos películas juntas.
-Me gustaba tanto... -digo dejando de llorar, mis ojos están pesados y llenos de ojeras. Necesito un baño. Miro hacía la ventana hasta que, después de varios minutos me doy cuenta de que Sofía no habla para nada, la miro y veo que está frunciendo el ceño con los ojos cerrados.
-¿Sofía? - le pregunto y ella suspira con una leve sonrisa.
-¿Qué sucede? - me pregunta alegremente y yo niego con la cabeza.
-Nada, sólo... Olvídalo. - le respondo y ella se pone de pie caminando al closet, lo abre y comienza a sacar mi pijama.
-Deberías tomarte una ducha, Michelle. Así estarás mejor, podrás dormir y en la noche ya veremos que hacer. ¿Vale? - me sugiere y yo asiento lentamente. Tiene razón, tal vez debería dormir un poco, aunque no tengo nada de sueño ni tampoco tengo hambre.
Me pongo de pie lentamente, lo único que si tengo es un terrible dolor de pies y me siento un poco adolorida de todo el cuerpo. Tomo mi pijama de la cama de Michelle que está en el closet sacando varias blusas y pantalones.
-Estaré tomando una larga ducha. - le aviso entrando al baño.
-Claro, aquí estaré esperando. - dice mientras se voltea y me mira con una leve sonrisa.
Cierro la puerta y suspiro caminando al espejo. Me veo y me siento terrible.
Me miro unos cuantos segundos hasta que Sofía abre la puerta lentamente.
-¿Michelle? - pregunta entrando lentamente, me volteo y veo que trae un pequeño pero pesado tubo blanco del closet donde colgamos las blusas.
-¿Qué sucede? - le pregunto intentando sonreir.
-Muere, maldita zorra. - dice enfadada levantando el tubo con fuerza caminando hacía mi mientras suelta una fuerte risa.

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Narrado Por Edgar.

Odio estar en el cuerpo de una chica, se sienta tan extraño, más si es el cuerpo de Sofía. Estoy frente al espejo del baño, fue muy fácil entrar en su mente, es mi supuesta amiga y me agrada pero es tan idiota.
-Tiene lindos ojos. - digo mirándome en el espejo con una pequeña sonrisa.
Comienzo a escuchar leves gemidos y volteo a la tina del baño. Allí está, Michelle, amarré sus brazos con una soga, al igual que sus piernas, también le pegué varios pedazos de cinta en su boca para que no grite. Veo que está abriendo los ojos lentamente y sonrío, tiene sangre en la frente, creo que el golpe que le di con el tubo del closet fue demasiado fuerte pero ¿Qué más da? Ya está muerta.
-Buenas tardes, amiga. Dormiste demasiadas horas. - digo fingiendo una ligera mueca y río leve caminando hacía ella, en el piso tengo una bolsa con mis lindas herramientas. Ella está llorando y gimiendo de dolor.
-Veamos que tenemos por aquí... -digo tomando la bolsa y saco una navaja. Hago una cara de sorpresa.  No es lo que esperaba pero puede funcionar para algo.
Ella llora con más fuerza y suspiro.
-Calma, sólo va a doler demasiado, pero eso te lo mereces. perra. - digo, y la miro directamente a los ojos, me gustan sus ojos... Sonrío y me acerco a ella. No, mejor eso para el final.
Vuelvo a tomar mi bolsa y saco un martillo.
-Esto me gusta. Pero no creo que funcione. - susurro tomando el martillo, la herramienta es demasiado pesada para el cuerpo débil de Sofía. Sin pensarlo, lo tomo del mango con fuerza para después golpear sus muslos varias veces, escucho como se rompen los huesos y sonrío. Creo que hoy usaré el martillo.
Miro sus pies y comienzo a golpearlos fuertemente hasta escuchar ese hermoso sonido. Ella sólo llora y intenta gritar pero la cinta se lo impide.
-Deja de llorar. Por favor. - le digo negando con la cabeza para después golpear sus brazos con fuerza, eran demasiado frágiles así que no dura mucho hasta que se rompen.
-¡Que te calles! - le grito furioso y estresado pero eso sólo hace que llore más. Suspiro soltando el martillo para tomar la navaja, odio cuando se ponen tan frágiles, solamente le rompí unos cuantos huesos, no la asesiné.  Sonrío acercando la punta a su rostro.

-Así dejarás de llorar. - le susurro para después encajarle la navaja en su ojo derecho comenzando a soltar una carcajada.  Me divertiré mucho con ella.



El Secreto Del Instituto. (Secretos #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora