[...]

- Oi, dazai –la voz que no dejaba dudas sobre si estaba disgustado con algo le hizo salir de su propio mundo-

- Nakahara chuuya-kun~ -canturreo en respuesta- ¿Qué necesitas?

- No te hagas el imbécil –al otro se le escapo una risa ligera, era curioso como el jovencito era subordinado de la mujer más elegante y bienhablada de toda la organización y se expresará como indigente alcohólico latino- sabes a que vine, Mori-san ya debió habértelo dicho

- ¿te refieres a lo de tu poder?

- Si, idiota, me refiero a eso

- Puedes estar tranquilo, no se lo diré a nadie

- Me importa poco si se lo dices a la prensa si quieres

- ¿entonces qué haces aquí?

- Porque... -se acercó dudoso hasta donde el castaño, pues estaba sentado en la barandilla del ultimo balcón-

- ¿Por qué...?

- Dazai sé que a ti no te agrada mucho la vida –dijo sentándose con cuidado al lado del otro chico- pero a mi si y por desgracia dependo de ti para seguir haciéndolo, en caso de que lo que tengo dentro de mí se salga de control

- Ve al punto porque me estoy aburriendo y acabo de leer que uno muere antes de llegar al suelo

- Lo que intento decir es que –jugaba con sus manos en señal de su nerviosismo- aunque no me agrades tanto... -sus pausas cautivaban la atención del muchacho que tenía el vendaje en el ojo, pues el pelirrojo siempre hablaba con seguridad y sin pelos en la lengua- intenta vivir

- ¿¡Que!? –de todas las personas que pudieron pedirle eso... ¿de verdad una de ellas había sido aquel enano?-

- No lo hagas por mí –adelanto- hazlo por las personas que me quieren y a las que les tienes un poco de respeto

- ¿te refieres a ozaki-sama y sus subordinados?

- Si a ellos –sonrió y el calorcito que tuvo en su estómago al verle sonreír no debería sentirse tan agradable- hazlo y... Quién sabe, quizá me logres convencer de un suicidio doble y usemos mi habilidad para ello

- Eres un enano muy ingenuo, en ese caso

- Y tu un desperdicio de vendajes muy idiota

Ambos compartieron una risa y, al menos dazai, sabía que ahora tendría una agradable razón para usar su don e intentar vivir

[...]

El ambiente era lúgubre y algo le decía que si el mafioso hubiese dicho sus deseos para cuando muriera todos estarían con una copa de vino en la mano y entonando las melodías que a Nakahara le fascinaban.

Pero no, tanto la mafia como los detectives estaban lamentando la partida del que fue lo más cercano a un hijo, amigo, compañero y jefe ideal, del que fue lo más cercano a un primer amor eterno...

Elise y kyuusaku se aferraban a la gabardina de Mori aguantando el sueño que, el llorar tanto, les había causado y este observaba todo con lastima junto a yukichi.

Times outOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz