Mon Amour

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El cuarto de Jerez estaba sumido en una luz tenue. Entre las sombras, un cajón se deslizó suavemente, revelando un frasco rojo con una etiqueta que decía: "Mon Amour". El polvo dentro, de un rosa tenue, parecía tener una energía distinta, como si cada grano estuviera cargado de promesas silenciosas.

Jerez lo sostuvo en su mano, observando el frasco como si fuera un tesoro recién descubierto. Sabía lo que hacía, y también lo que podría desencadenar.

"Esto debería bastar," murmuró para sí misma, abriendo el frasco. La advertencia en el frasco advertía claramente: Dos cucharadas, ni una más. Pero su sonrisa se alargó al pensar en lo que estaba por hacer. En su mente, el plan estaba claro, y la tentación de todo el poder que podría tener sobre Goku la invadió.

Sin pensarlo dos veces, vació todo el contenido en un vaso de agua.

"Un poco más no hará daño", pensó, mientras removía con cuidado el polvo rosa, observando cómo se disolvía en el agua, como si la poción misma estuviera esperando algo.

Cuando Goku apareció en la habitación, su expresión era la misma de siempre, despreocupada. Jerez se acercó con el vaso en mano, un brillo en sus ojos que no podía ocultar.

—Toma, Son Goku. Esta medicina es para ti.

Goku, sin hacer preguntas, tomó el vaso y dio un largo trago.

—Está... deliciosa. ¿Qué es eso? —comentó mientras le daba un sorbo final.

Jerez sonrió suavemente, observando cómo el efecto comenzaba a surcar los ojos de Goku. Un destello se encendió en su mirada. Su usual candidez se desvaneció por un momento, dejando lugar a algo más profundo.

Goku alzó la mirada y sus ojos brillaron con una intensidad nueva, como si de repente lo viera todo desde otro ángulo.

—Diosa Jerez... Nunca lo había notado antes, pero... tienes unos ojos hermosos —dijo, su voz cargada de una ternura y admiración que nunca había mostrado antes.

El corazón de Jerez latió más rápido. Algo en ese simple comentario la hizo sentirse... vulnerable. Como si todo lo que había planeado estuviera empezando a desmoronarse ante ella.

—Es extraño... pero también muy encantador, Goku. —Respondió con un susurro.

Goku se acercó, como si una fuerza invisible lo atraía hacia ella. Un silencio se extendió entre ellos, y por un instante, Jerez se preguntó si el poder de la poción realmente era lo único que lo había influenciado, o si había algo genuino en él.

—Diosa Jerez, siento que... que nunca me había sentido tan... atraído. No sé si está bien, pero siento algo por ti, algo que jamás sentí por mi esposa... —dijo Goku, con los ojos completamente desbordados de emoción.

Jerez vaciló. No quería pensar en lo que acababa de escuchar, pero las palabras de Goku la atravesaron. ¿Era solo el hechizo? O... ¿Realmente había algo más? Pero era tarde para detenerse ahora.

—Goku... —dijo con suavidad, tomando sus manos—. No lo sé, pero quizás esto sea el destino. Y si es así... tal vez deberías estar a mi lado.

Goku, siempre tan directo, la miró, confundido pero intrigado.

—¿A tu lado? ¿Cómo? ¿Qué significa eso?

Jerez lo miró fijamente, mientras sus pensamientos comenzaban a tomar una forma nueva. Había planeado usarlo, claro, pero en su corazón había algo que se agitaba, algo que la hacía dudar. Aún así, su voz no titubeó.

—Significa que yo te haré mi compañero... en más de un sentido. Tú serías mi... esposo, y juntos, gobernaríamos el universo 2. Pero hay algo más, Goku, algo que quizás no entiendes aún... —dijo, con una sonrisa en sus labios que no alcanzaba a cubrir toda la incertidumbre en su interior.

Goku frunció el ceño, pero algo en la propuesta lo hizo sentir una chispa de emoción.

—Eso suena... bien, pero... mi familia. Mis hijos... no quiero dejarlos.

Jerez se acercó, rozando su mejilla contra la de Goku con un toque que podría haberse sentido como una caricia.

—Tu familia... no te preocupes. Yo me ocuparé de todo. Y sobre tu hijo menor, Goten... me encantaría cuidarlo. Después de todo, seremos una familia, ¿no?

Pero Goku seguía pensativo. Algo no encajaba. Las palabras de Jerez lo afectaban, pero algo dentro de él lo detenía.

—¿Y Milk? ¿Qué hay de ella? Nunca he hablado tanto de ella como ahora. No entiendo...

Jerez, al escuchar su nombre, se tensó, pero rápidamente ocultó su incomodidad con una sonrisa.

—Milk... ella ya no será parte de tu vida, Goku. —Dijo, con calma, como si todo ya estuviera resuelto—. Yo me encargué de que no estuviera cerca de ti. Ellos se fueron... muy lejos. Estás libre, Goku.

Las palabras de Jerez lo sorprendieron, pero la sensación de alivio que comenzó a sentir fue casi inmediata.

—Pero... ¿por qué? No entiendo...

—Es mejor que no lo entiendas, querido. Lo único que importa es que ahora estás conmigo. Y de ahora en adelante, todo será como lo imagines. Juntos, para siempre.

La tensión en el aire era palpable. Jerez deseaba más que nunca tenerlo a su lado, pero ¿era realmente solo el hechizo lo que lo atraía? ¿O algo más estaba en juego aquí?

Goku, aún confundido pero con una sonrisa tímida, la abrazó.

—Está bien... Si esto es lo que tú deseas, yo también lo acepto. —Dijo, mientras los brazos de Jerez lo rodeaban con fuerza.

—Mon amour...—suspiró la diosa.

El abrazo se alargó, y por un momento, ni Jerez ni Goku dijeron una palabra. En ese espacio, parecía que todo se detenía. Pero, en el fondo, ambos sabían que algo más estaba por comenzar...

Esclavo de una diosa: Goku x Jerez (Yandere)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora