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Nam-ra acababa de hacer un maravilloso plan, el cual era realmente inteligente y consideraba muy útil. Estaba realmente agradecida qué una mente maestra como lo era ella, estuviera con nosotros.
— ¿quien lo hará? —preguntó Junyeong mirándonos.
— Nunca lo he hecho.. —dijo Dae-su.
El se animo para hacerlo, y empezó a probar el micrófono, pero Suhyeok lo interrumpió y empezó hablar él.
— Cheongsan, ¿nos oyes? Soy Suhyeok. Iremos por ti, asi que no te muevas. —su mirada era vacilante. — Sé lo que vas a decir, pero no te oímos desde aquí. Así que no te muevas, esperanos, no puedes ir a ninguna parte, ¿esta bien? —se quedó nuevamente en silencio. — y se también lo otro que dirás, así que, no te preocupes, yo estaré cuidando bien de Yena.
— ¿podemos salir de aquí? El olor a caca me esta ahogando.
— pero es tuya.
— no es solo mía.
— sí, es solo tuya.
On-jo se acerco al micrófono y empezó hablar: — Cheongsan, por favor quédate quieto. Se que nunca me escuchas pero escúchame esta vez.
On-jo incitó a que tomara el micrófono, y lo hice con la mano no lastimada para que ellos no se dieran cuenta, pero no sabía muy bien qué decir. Aunque estaba preocupada por mi hermano, me era raro expresarme con gente alrededor: — Hazle caso a On-jo, no te muevas... hazme una promesa de gemelos, que no te moverás..
On-jo me miró con una ceja alzada y yo agaché mi mirada de manera tímida, de verdad que no sabia que decir.
Pero la promesa de gemelos, era mucho mayor a una normal. Aunque sólo era una superstición, para nosotros cumplir esas promesas era de gran importancia.
Quede en silencio unos momentos, no quería decir esto, pero debía hacerlo por si algo: — te extraño.
Mire a Nam-ra, y ella entendió el mensaje. Apago los micrófonos y lentamente todos abandonamos la sala de grabación.
Al llegar allá, Nam-ra empezó a mover algunas cosas para encender los altavoces... bueno la verdad no sabía que estaba haciendo.
Nam-ra miró el altavoz, pero este estaba en rotundo silencio.
— ¿por qué no funciona? —preguntó Suhyeok.
— ¿entonces no es útil?
— así es.
Nam-ra negó y empezó a dirigirse para tocar otra cosa, pero antes de hacerlo: — hora de meditar...
Reí un poco al escuchar eso y ver la cara de confusión del resto, alce mi mano para tapar mi boca al reír, pero el dolor me inundó al instante. — ahg, ni es tan grande...
