Capítulo 24 Giovanni

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Mi mamá maneja por un buen rato.

Mi teléfono vibra y es un mensaje.

«Siento mucho si te incomodó lo de... Tú sabes. No quiero que pidas cambio de clases, prometo dejarte en paz, pero quiero seguir viéndote».

Estúpido.

Le respondo:

«Pues yo no quiero verte, no quiero que me molestes más».

Y al poco rato él contesta:

«Me atraes».

Alzo la ceja. ¿De verdad? Degenerado.

«Pedófilo».

Bloqueo la pantalla pero vuelve a vibrar.

«Prefiero degenerado».

No puedo evitar sonreír al darme cuenta que prácticamente me leyó la mente.

«Pues degenerado entonces».

Casi al instante contesta:

«Gracias, Paulie. Hasta la noche».

¿Hasta la noche?

-¿Con quién mensajeas hija?- pregunta mi madre.

En seguida bloqueo y guardo el celular.

-Con Via- miento.

El camino continúa por media hora más, estuve a punto de dormirme varias veces.

Llegamos a unas rejas con las letras HLV.

-¿Qué es este lugar?- pregunto admirando los enormes campos verdes, con árboles muy grandes, el terreno dentro de la reja se extiende hasta donde los ojos no alcanzan a ver.

Alguien abre de par en par la reja negra y nuestro auto avanza.

Seguimos el camino y distingo a lo lejos establos, caballerizas.

-¡Un Hípico!- grito emocionada.

-¡Sí! Hípico La Valencia.

-Wow mamá ¿Es enserio?

-Muy enserio, sé lo mucho que te gustaba ir a Santa Fe de niña, quiero que vuelvas a hacer Hípica.

No puedo dejar de sonreír.

-¿Conoces a alguien aquí?- pregunto.

-Si, un hombre, se llama Marcus- noto que se pone un poco nerviosa- Él se puso en contacto conmigo para arreglar de nuevo tus clases, hace varios años que cerraron Santa Fe. Y Marcus, ¿Lo recuerdas?- asiento- Él quiere que vuelvas.

-¿Marcus?

Ella se aclara la garganta.

-Sí, Marcus.

-Gracias- digo.

-Denada, cariño.

Cuando llegamos a las oficinas y a los silleros.

Bajamos y a lo lejos se distingue la silueta de un hombre herrando a un caballo alazán.

-Vamos- dice mi madre y comenzamos a avanzar hacía él.

Cuando estamos a su espalda, él para de silbar y voltea a vernos, limpiándose las manos con un trapo.

Es el mismo Marcus que recuerdo, un hombre alto, fuerte, de amigables ojos cafés y cabello un poco canoso.

-¡Paula!- grita y me abraza.

-Marcus, ¿Cómo has estado?

-Muy bien niña, veo que ya eres toda una señorita, ¿Diecisiete verdad?

El hombre de mis sueños- Z.M Romanetti 1 #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora