ℭ𝔞𝔭𝔦́𝔱𝔲𝔩𝔬 2

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Italia

𓏲 ˖ . ˖ ࣪⭑ ˖ ٬ ุ๋

Angeline.

Vivir en un penthouse en una de las zonas ricas de Italia no sonaba mal, y no puse objeción a la hora de que me dieron la noticia.

Echo de menos dormir en una cama grande con almohadas de mi tamaño, y también extraño cocinar.

Aún no llego a mi nuevo hogar pero ya he hablado con mis padres. Los tres nos pusimos a llorar por la emoción de volver a escuchar nuestra voz, nos dijimos cuanto nos extrañamos y luego de toda la emoción, hablamos acerca de lo que pasaría a continuación.

Mi penthouse esta ubicado a pocos kilómetros de la mansión de los Franco, más que nada para estar segura. Me explico que quería que tuviera mi propio espacio y es por eso que me ha comprado un penthouse, sin embargo, una de las condiciones que tendría que cumplir era asistir con un psicoterapeuta una vez por semana.

Acepté a regañadientes.

No me hacia ilusión tener que abrirme nuevamente ante un desconocido. No era fácil para mi confiar en las personas, pero mi padre insistió, y con tal de que no me mande de nuevo a la OMEC o a otro lugar, acepté.

Mencionó que estarían vigilandome en todo momento y que además tendría chófer.

Por último dijo que tendría que ir el día de hoy a una reunión a la mansión de los Franco para presentarme con ellos.

Dijo que estarían sus socios, gente importante pero que no debería de preocuparme, siempre y cuando no fuese tan obvia y le dijera a todos mi nombre.

Por que sí, he dejado de ser una encubierta. Ya puedo usar mi nombre nuevamente.

—Aquí está su edificio, señorita —me dice Taylor, mi chófer y guardaespaldas.

El baja primero, asegurándose de que todo este en orden y luego me abre la puerta. Bajo y mientras el saca mi maleta del auto me quedo mirando la calle.

Italia es extremadamente bonito. Suerte que en estos tres últimos años he aprendido más idiomas, entre ellos, italiano.

Taylor y yo entramos al vestíbulo y este se acerca a la recepcionista para pedir las llaves del penthouse.

La chica detrás del mostrador se cohibe tras su imponente presencia y me acerco yo también con una sonrisa para tratar de relajarla.

—Aquí tiene —le entrega un sobre—. Aquí están sus tarjetas, llaves y el código de seguridad de su departamento.

Taylor le agradece y juntos nos dirigimos hacia el ascensor. Una vez que las puertas se cierran comienza a explicarme lo de mis tarjetas y esas cosas.

Una tarjeta es para entrar a mi departamento, porque si, ya no se ocupan llaves. Otra de las tarjetas es para entrar al gimnasio, a la azotea —donde hay piscina y chapoteadero para los niños— y por último una para el estacionamiento.

Las llaves son para los seguros extra que tiene mi puerta y el código es para ponerlo en mi ascensor y poder subir hasta mi piso.

La vida de ricos tiene sus contras.

Una vez que las puertas se abren salimos al pasillo y Taylor abre la única puerta que hay en el piso.

Cuando entro no puedo estar más que feliz por lo bonito que luce.

FATAL. #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora