› My property ꙳໋͙ HyunMin ⌕

dix

Mierda.

Sam recordó lo sexy que estaba en la foto que le había mandado, en la que estaba vestido para salir con su amiga. Igual que un resorte, su miembro se puso firme, como si no hiciera solo un rato que Dahyun lo había dejado completamente seco.

Aquella foto era de verdad caliente, igual que lo era el fotografiado. Se la había tomado en el cuarto de baño, recién vestido para ir por ahí a bailar con su amiga.

Sam se la agarró con la mano y se la empezó a mover arriba y abajo, enérgicamente. Al tiempo, alargó la otra mano hacia la mesilla de noche y tanteó en busca de su teléfono. Quería sacar la foto para verla, pero el aparato no estaba allí.

Mierda, lo había dejado en el club la noche anterior.

Daba igual, tenía la imagen de Seungmin tatuada en el cerebro y su sistema. Le había vuelto loco de excitación el día en que se la envió. Estaba fantástico, eso desde luego, pero él no debería salir por ahí así, sin él a su lado para protegerlo. Cualquier idiota que echara un vistazo a aquellas piernas desearía lanzarlo sobre una mesa y tomarlo sin más preámbulo.

Pensar en Seungmin tumbado en una mesa con las piernas abiertas hizo jadear a Sam y una gotita escurrió de su miembro, a punto de estallar. El motero la recogió con el dedo, la untó bien en la cabeza de su masculinidad y comenzó a sacudírsela en serio. Ya podía verlo. Había entrado en el club sin que él se diera cuenta y se había situado a sus espaldas. Él hablaba con su amiga, reía y bebía una de esas mierdas de color rosa. Cerraba los labios alrededor de la pajita y sorbía el líquido, exactamente lo mismo que iba a hacer con el miembro de Sam...

Sam sintió que su polla temblaba de nuevo y repitió la operación anterior. ¡Qué bueno! ¿Qué podía decirse de un hombre que lo pasaba mejor jalándosela con un recuerdo que con un culo caliente como Dahyun cabalgando sobre él de espaldas como si fuera un toro mecánico?

Sam sintió el estallido que crecía sin parar en el interior de sus hinchadas pelotas, la carga que preparaba en honor de Seungmin, de su boca ardiente, de sus manos suaves y de su rica polla por la que podría llegar a matar. No podía esperar a lanzarle todo sobre su estómago, para que él se lo extendiera sensualmente por su cuerpo.

¿Cómo demonios era posible que aún no se lo hubiera follado?

Había llegado por fin la hora de arreglarlo. Ya se veía junto a Seungmin. Lo rodeaba con el brazo, le quitaba el vaso y lo colocaba sobre la mesa. A continuación, lo agarraba por la cintura, sin darle tiempo a abrir la boca, alzaba como si nada su pequeño cuerpo y lo llevaba directamente al cuarto de baño.

Aquel trasero estaba demasiado caliente como para esperar a llegar a casa. Seguramente el protestaría un poco cuando lo obligara a agacharse, pero lo haría callar y le avisaría que se agarrara bien al lavabo. Mierda, ese chico protestaba por casi todo. El recuerdo del rostro de Seungmin, enfurecido porque la llamara «culo dulce», provocó una sacudida en el miembro de Sam y el motero se detuvo durante unos instantes.

Nada de disparar antes de llegar a la mejor parte.

Tardó un minuto en enfriarse lo suficiente como para permitir que la fantasía reanudara su curso.

Había colocado a Seungmin en posición, bajando un poco sus jeans y levantado la camiseta hasta dejarle visible la espalda. No llevaba ropa interior. Sam introdujo un dedo en su hendidura, solo para verificar lo caliente y apretado que estaba.

Por mucho que Seungmin protestara, al final siempre estaba listo para él. Joder...

El Sam de la fantasía se desabrochó los pantalones y se los bajó lo justo como para dejar asomar al miembro, escoltado por las bolas. A continuación, comenzó a frotar la cabeza de su pene contra la puerta trasera que se le ofrecía. Seungmin se estremeció y él le bajó hasta el suelo de un zarpazo el jean que llevaba.