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Maxim
Exijo los informes que necesito al equipo de logística y quien me los rinde es Morrison Veliov, el subsecretario del departamento políticode Kiev. Recita en voz alta lo que debo saber respecto al armamento Pakistaní e Iraní que acaba de ser manipulado por la organización y sonrío.
—Elijah, Elijah, Elijah... —suelto el humo del puro—, error.
—Señor, ¿desea que...?
—Deseo que te calles y hagas tu trabajo como se te ordena. Contacta a nuestro hombre y dile que es momento de acelerar los planes. Tengo que ir a Polonia, a cerrar tratos con Lipinska. Es importante, Luciano y Cavill se quedan al mando. Entre más rápido consigas lo que te pedí, mejor será para ti. El tiempo corre.
—Se lo haré saber a Jakov. —asiento de una cabezada.
Me marcho en busca de mermar la migraña que me taladra las sienes y busco distracción encerrandome en mi alcoba, mandando a llamar a las sumisas que se predisponen a brindarme un buen rato lleno de whisky, masajes que me dejan sin ropa y vistas ardientes de los nueve cuerpos desnudos que se desviven por hacerme sentir relajado.
Mi teléfono vibra y mientras una me masajea la verga que no ha dejado de doler, otra me besa el cuello al momento de abrir el correo que me llega.
» Octubre, día designado para el matrimonio. Tenemos catorce días para actuar. Espero sus órdenes, jefe.
No me equivoqué al mandar a Jakov para esto. Eficiente, capaz. Le beso el culo y el cerebro a ese hijo de puta.
Envío instrucciones a Cavill y dejo que se haga cargo aventando el teléfono a cualquier lado mientras dejo que una rubia tetona se me plante enfrente virtiendo tequila sobre los pezones erguidos que únicamente me molesto en saborear.
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