Fruncí el ceño. ¿Lo hacían aposta?

—Para ti, como te ven reservado y misterioso...

—Yo no soy misterioso —lo interrumpí.

—Un poquito sí. Y a veces la gente no sabe si interpretar el silencio como confianza en ti mismo o como miedo. Te miran todo el rato como si fueras un bicho raro, a ver si al final consiguen que te sientas como tal.

—¡Vaya! —Eso tenía cierto sentido. Me pregunté qué era lo que estaba haciendo, si de algún modo estaba recordándoles a los otros sus propias inseguridades— ¿Y tú qué haces? Cuando quieres que te traten bien, quiero decir.

—No hago ni caso —respondió, sonriendo— Tengo un conocido que se pone tan furioso cuando no consigue fastidiarte que acaba hundiéndose. Así que no te preocupes —dijo— Lo único que tienes que hacer es dejarles claro que no te afecta lo que hagan.

—Y no me afecta.

—Te creo... pero no del todo —soltó una risita, un sonido cálido que se evaporó en el silencio del pasillo— ¿Te puedes creer que vayamos a conocerlo por la mañana? —preguntó, pasando a temas, a su modo de ver, más importantes.

—No, en realidad no.

JaeHyun parecía una suerte de fantasma que deambulara por el palacio, siempre presente pero intangible.

—En fin, buena suerte mañana —dijo, y estaba claro que era sincero.

—Mejor suerte aún para ti, XiaoJun. Estoy seguro de que el príncipe JaeHyun estará más que contento de conocerte —le apreté la mano una vez más.

Él me sonrió denotando excitación y timidez a la vez, y se fue a su cuarto.

Cuando llegué al mío, la puerta de BamBam seguía abierta, y le oí dar órdenes a su doncella, refunfuñando. Me vio y me cerró la puerta en las narices. Mejor.

Mis doncellas estaban allí, por supuesto, esperándome para ayudarme a lavarme y desvestirme. Mi conjunto, unas prendas verde, ligera y vaporosa, estaba tendido sobre la cama. Ninguna de las tres había tocado mi bolsa.

Eran eficientes pero resueltas. Evidentemente se sabían bien la rutina de la noche, pero obraron con calma. Supuse que pretendían que su actuación tuviera un efecto relajante, pero yo no veía el momento de que se fueran. No podía meterles prisa mientras me lavaban las manos, me desabrochaban la camisa y prendían el broche con mi nombre en mi bata de seda. Y mientras hacían todas aquellas cosas que me ponían tan incómodo, iban haciendo preguntas. Intenté responderlas sin ser maleducado.

Sí, por fin había visto a los otros chicos. No, no hablaban mucho. Sí, la cena había sido estupenda. No, no conocería al príncipe hasta el día siguiente. Sí, estaba muy cansado.

—Y de verdad me ayudaría mucho a relajarme poder pasar un rato solo — añadí, tras aquella última respuesta, esperando que pillaran la indirecta.

Parecían decepcionadas. Intenté arreglarlo.

—Las tres me ayudan muchísimo, pero es que estoy acostumbrado a pasar tiempo solo. Y hoy he estado rodeado de muchísima gente todo el día.

—Pero, Joven Lee, se supone que tenemos que ayudarlo. Es nuestro trabajo—dijo la que mandaba.

Me imaginé que sería Anne. Anne parecía estar al tanto de todo, Mary era de muy buen trato, y Lucy... supongo que era tímida.

—Se los agradezco mucho, de verdad, y desde luego necesitaré que me ayuden mañana para ponerme en marcha. Pero esta noche necesito desconectar. Si quieren serme útiles, me iría muy bien disponer de un tiempo para mí. Y si todas descansan bien, seguro que por la mañana las cosas saldrán mejor, ¿no les parece?

🏹 JaeYongWhere stories live. Discover now