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Advertencias: sexo explícito entre dos menores de edad.

Harry y Ron se comían la boca a besos, las cortinas cerradas de la cama del pelirrojo los dejaban en penumbra al entrar solamente la tenue luz de la luna

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Harry y Ron se comían la boca a besos, las cortinas cerradas de la cama del pelirrojo los dejaban en penumbra al entrar solamente la tenue luz de la luna.

El azabache mordió suavemente el labio inferior contrario recibiendo un tirón de pelo que lo excitó más, con movimientos ágiles metió las manos en el pantalón de pijama de su compañero y empezó a acariciar por encima del bóxer. Ron jadeó sobre los labios contrarios y apretó un poco más las caderas de su amigo, dejando una mano resbalar hasta apretar uno de sus glúteos y logrando que Harry gimiera bajito. Tenían práctica, si es que eso aplicaba para un par de adolescentes curiosos que llevaban un tiempo en eso.

Hace uno o dos meses aproximadamente, Harry había descubierto en una de sus noches de auto placer que no solo los cuerpos de sus compañeras y las fotos de las brujas de esas revistas le atraían, sino que ver a sus compañeros de Quidditch en las duchas con semi erecciones y los chicos de su año o mayores, le ponía bastante. Unos días después de ese descubrimiento, Harry se despertó tarde un sábado; había quedado con Goldstein para el proyecto de Transformaciones, por lo que entró de carrera al baño y no fue hasta que escuchó allí dentro los gemidos, que notó a Ron masturbándose. De ahí las cosas escalaron rápido, una paja con otro hombre era otra experiencia, deberían probarlo. 

Ron no le veía problema a explorar, ¿Quién tenía mejor movimientos y experiencia que otra persona con el mismo equipo que él? La verdad estaba curioso y Harry era guapo. Ese día quería probar algo que le había escuchado por ahí a sus hermanos; una mamada y algo relacionado a un número. Su lógica era que, si se sentía bien tocándose, aún mejor con algo más caliente y húmedo.

—Mmmm... Quiero hacer algo —. El azabache dejó de besar su cuello (que ya portaba bastantes chupetones) y lo observó interrogante, aun frotándose contra su erección.

—¿Qué? —en respuesta Ron lo desnudó por completo tirándolo de espaldas a la cama. Harry soltó una carcajada y luego empezaron una lucha de brazos y piernas hasta quedar el uno al lado del otro.

—¿Qué vas hacer, Ron?

—Acuéstate boca arriba —. Harry abrió un poco los ojos al pensar en lo que podrían hacer así. ¿El pelirrojo ya quería llegar hasta allá?

—No es eso, imbécil. Abre un poco las piernas.

—Si me vas a follar, procura decirme antes.

—Que no es eso, vamos poquito a poquito. Sólo ábrelas —. El azabache dudó un momento, pero llegó a la conclusión de que podía confiar en Ron.

El pelirrojo se posicionó entre las piernas morenas y un estremecimiento de anticipación recorrió su cuerpo al ver a su amigo así; excitado, jadeante, anhelante. No había imaginen más pecaminosa en el mundo que esa.

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